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LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

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Francisco Xavier. A los treinta y dos era catedrático de cánones de la misma. Cuatro años después<br />

fue designado auditor de guerra de la expedición que se organizó en Chuquisaca para marchar<br />

sobre Moxos frente a la amenaza de guerra entre España y Portugal. Llegó a ser uno de los<br />

abogados más prestigiosos de Chuquisaca, tanto que a pesar de ser criollo, fue elegido Rector de<br />

la Universidad y después oidor honorario de la Real Audiencia. Murió en 1809, hallándose sus<br />

restos sepultados en la iglesia de San Francisco de esta capital.<br />

Hombre de leyes, Segovia tenía el sentido del orden, deI equilibrio, de la moderación.<br />

Nunca su pensamiento tuvo una audacia ni se dejó seducir por las corrientes renovadoras que<br />

surgían en su época. "Pueden estar ciertos mis hijos que obrando cristianamente y manejándose<br />

con honor labrarán su fortuna sin incurrir en bajezas", escribía en su testamento otorgado en abril<br />

de 1809. "No puede haber acierto, alegría ni descanso donde falta el temor de Dios", expresaba<br />

también en la carta a su hija que se publicó en Lima y de la cual decía Gabriel René-Moreno que<br />

era "tan rara de adquirir como interesante de leer".<br />

Las virtudes del hombre público se resumían para Segovia en “el celo sin aspereza, la<br />

afabilidad sin afectación, la discreción sin vanidad, la fortaleza sin arrogancia, la amistad sin<br />

pasión, la veracidad sin ofensión y la justicia sin rigor".<br />

La ecuanimidad y el sentido práctico de su espíritu aparecían en su testamento que<br />

disponía, por ejemplo, que en su entierro se entonara el canto llano sin intervención de<br />

instrumentos que impidieran “la inteligencia de los salmos que es lo que eleva el espíritu de la<br />

concurrencia" y pedía que los oidores de la Audiencia no asistieran a su entierro si fuere en día de<br />

trabajo porque “mayor mérito será en el tribunal de Dios que no se interrumpa o abrevie el<br />

despacho de los negocios por dicha asistencia",<br />

A este hombre ordenado, buen cristiano y famoso abogado le tocó actuar en una de las<br />

épocas más agitadas de la historia de Chuquisaca. Entre 1780 y 1809, la ciudad audiencial y<br />

universitaria fue escenario de graves acontecimientos políticos, que pueden clasificarse así:<br />

1°. Sublevación indígena de Tomás Catari.<br />

2°. Movimiento mestizo contra los granaderos de Extremadura.<br />

3°. Hechos precursores de la revolución criolla del 25 de " mayo de 1809.<br />

Pues bien, frente a esos acontecimientos que revelaban el estado de descomposición a<br />

que había llegado la dominación española en América, Segovia mantuvo firme su fe en el régimen<br />

hispánico, su lealtad al Rey, su amor al orden colonial.<br />

Como es sabido, en 1780 estalló en el altiplano la revolución indígena más importante que<br />

se ha producido hasta ahora en la historia americana, acaudillada por Tomás Catari, Túpaj Amaru<br />

y Túpaj Catari, que se levantaron contra los abusos nacidos de la codicia desenfrenada de<br />

corregidores, curas y patrones. Los indios movilizaron inmensos ejércitos, mal equipados pero<br />

llenos del coraje que les daba el odio que sentían por sus explotadores. Frente a ellos se pusieron<br />

las clases que se beneficiaban con el régimen vigente. Si los indígenas mostraron en la lucha<br />

crueldad y barbarie, cometiendo todo género de atropellos y violencias, los españoles no fueron<br />

menos feroces en su represión.<br />

La sublevación puso en peligro a Chuquisaca. Para vengar a Tomás Catari, arrojado a un<br />

precipicio por los emisarios de la Audiencia que lo habían apresado, se presentó Dámaso Catari<br />

ante la ciudad con un ejército de siete mil indios dispuestos a degollar a todos sus habitantes.<br />

"Amenazaba Catari tomar aloja en las calaveras de los oidores" dice un documento de la época.<br />

Al hacerse la movilización de los gremios para la defensa de la ciudad, Segovia fue<br />

designado comandante de los dos batallones que habían organizado los abogados. Y como testigo<br />

y actor en los sucesos escribió una carta a don Francisco Tadeo Diez de Medina, el inexorable<br />

oidor de Chile que había ordenado en La Paz el descuartizamiento de Túpaj Catari. El escrito, que<br />

se conserva inédito en la Biblioteca Nacional, estaba destinado a desmentir la acusación de que el<br />

pueblo de Chuquisaca se hubiera mostrado partidario de los rebeldes. "Tan abominable invectiva<br />

— dice Segovia — solamente pudo fraguarla la maledicencia de aquellas gentes malévolas que,<br />

como a las lechuzas, no solamente el humo sino también la luz les saca lágrimas".<br />

Con ese motivo, Segovia hacía la narración de los acontecimientos y daba a conocer sus<br />

opiniones sobre los indígenas, a quienes consideraba únicamente como elementos económicos,<br />

seres moralmente inferiores y viles... Segovia no manifestaba la más pequeña simpatía por los<br />

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