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LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

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"El general inca viva.<br />

Jurémosle ya por rey;<br />

porque es muy justo y de ley<br />

que lo que es suyo reciba.<br />

Todo indiano se aperciba<br />

a defender su derecho,<br />

porque Carlos con despecho<br />

los aniquila y despluma<br />

y viene a ser todo, en suma,<br />

robo a! revés y a! derecho".<br />

En nuestra Biblioteca Nacional se encuentran todavía los manuscritos de la ruidosa<br />

polémica que se produjo en Chuquisaca en torno al discurso que el Rector de la Universidad doctor<br />

don Miguel Salinas pronunció con ocasión de la llegada del arzobispo Moxó y Francolí. En ese<br />

discurso que constituye un interesante documento para la historia de las ideas filosóficas en<br />

Bolivia, el prestigioso Rector dijo que la Universidad esperaba de su nuevo Cancelario, "que con<br />

mano robusta arrancará la mala hierba del escolasticismo que ha tenido en prisión al entendimiento<br />

humano embarazando sus progresos; que como Hércules limpió los infectos establos de Augias<br />

purificará las aulas de la bazofia de cuestiones inútiles, de cavilaciones frívolas, de sutilezas<br />

metafísicas y de aquella algarabía de voces que corrompen el idioma de Augusto y bien<br />

examinadas nada significan; y que con otra mano bienhechora plantará los estudios útiles y sólidos<br />

sin olvidar los agradables en un terreno que no será ingrato al cultivo". Más adelante decía el<br />

Rector que en este terreno que había producido en el pasado un Manco Cápac sabio como<br />

Confucio, podía surgir bajo la dirección del arzobispo, un Franklin, como el de la América del Norte.<br />

Pocos días después de la ceremonia apareció un folleto anónimo titulado Diálogo entre don<br />

José de Alcalá y el procurador Patricio Malavia que hacía, punto por punto, la crítica del discurso y<br />

que terminaba con estas insinuaciones llenas de perversa intención y reveladoras, al mismo<br />

tiempo, de las inquietudes de la época:<br />

"Malavia. —Vamos poco a poco. Dígame usted, ¿este Franklin no es aquel filósofo<br />

revolucionario que trastornó el gobierno monárquico del Rey de la Gran Bretaña, animando con sus<br />

doctrinas sediciosa s los proyectos de la independencia que consumó Washington por la fuerza de<br />

las armas? Mírelo usted bien que no creo que así sea, porque no es tiempo de presentar unos<br />

ejemplares semejantes en los teatros de la América Española.<br />

"Alcalá. —Sí señor. El mismo es. Y estoy tamañito de que el Gobierno tome prenda de<br />

mandar recoger la tal arenga porque verdaderamente es muy escandaloso que en una ocasión tan<br />

arriesgada se haya presentado para la emulación de los paisanos el modelo ominoso de un inglés<br />

antimonárquico que dogmatizó la libertad de los pueblos contra su legítimo soberano. ¿Qué tal<br />

asunto éste para quien sabe las delicadezas de la política? Cuídese usted mucho de propagar<br />

tales semillas porque talvez le echarán la garra y abur amigo".<br />

El diálogo dio lugar a la aparición de varias cartas apologé ricas también anónimas que<br />

trataban de defender al Rector de la Universidad, mostrando no solamente el espíritu de intriga y<br />

de maledicencia que reinaba entonces en la ciudad y que tan bien ha descrito Gabriel René-<br />

Moreno en sus Últimos días coloniales, sino principalmente las sutilezas de razonamiento, la<br />

erudición frecuentemente pedantesca y la amplitud de conocimientos de la gente de Chuquisaca<br />

de ese entonces.<br />

Pues bien, el diálogo de Monteagudo circuló de la misma manera, convirtiéndose en un<br />

poderoso elemento de subversión, ya que interpretaba con una admirable acuidad, con gran acopio<br />

de doctrina y con una ardiente elocuencia, la emoción política de esos momentos.<br />

El diálogo, como hemos de verlo, era de una audacia excepcional. Sólo una personalidad,<br />

con una ideología perfectamente definida y con una temeridad juvenil podría haberse atrevido a<br />

escribirlo.<br />

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