LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes
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— dice Ignacio Prudencio Bustillo agitó las aguas estancadas de la tradición jurídica e hizo subir a<br />
la superficie los sedimentos de error que dormían apaciblemente en el fondo".<br />
Al lado de Benjamín Fernández, actuaban en Sucre otros profesores y escritores que<br />
realizaron una activa campaña, publicando libros, renovando la enseñanza, difundiendo desde la<br />
prensa las nuevas ideas y provocando con ello una enérgica reacción del ambiente.<br />
Esos hombres eran Samuel Oropeza, periodista, profesor de la Universidad, que escribió<br />
algunas obras sobre economía política, finanzas bolivianas, estadística; Valentín Abecia,<br />
historiador, e Ignacio Terán, profesor y escritor.<br />
Si el positivismo no tuvo paladines de excepción en Bolivia, contó en cambio con<br />
magníficos adversarios.<br />
A las obras extranjeras, que se leían por todas partes, a la propaganda que los liberales<br />
hacían del positivismo en los diarios y a las enseñanzas del grupo de Sucre y de La Paz, los<br />
corifeos conservadores opusieron una acción brillante, ya en la tribuna, ya en la prensa, ya en el<br />
libro. En esa polémica se levantan con verdadero esplendor Mariano Baptista y el Arzobispo de<br />
Sucre Miguel de los Santos Taborga.<br />
Mariano Baptista, que fue el mayor orador de Bolivia, parlamentario, fundador del partido<br />
conservador, como ya hemos dicho, y Presidente de la República, fustigó el liberalismo y las ideas<br />
positivistas, infatigablemente. Para el conocimiento del movimiento intelectual de la época a que<br />
nos estamos refiriendo, es particularmente valiosa la serie de artículos que publicó en un diario de<br />
Sucre, en 1887, con el título de La correspondencia del viernes. En dichos artículos, Baptista<br />
desenvolvía la tesis de que vivimos del plagio: del plagio en los gustos, del plagio en las ideas.<br />
Estamos pendientes de lo último que se produce en Europa para imitarlo aquí. "Como nuestros<br />
mayores hicieron su Biblia de Voltaire y de Rousseau, muchos jóvenes del día buscan<br />
generalmente la infalibilidad en Proudhon, Renán, Darwin, Draper y el resto". Baptista criticaba ese<br />
mimetismo desde su posición de católico. Para él las verdades cristianas debían ser el contenido<br />
permanente e inmutable del pensamiento boliviano. Las desviaciones que observaba en los<br />
escritores y políticos nacionales sólo las explicaba como resultado de esa manía de plagio que él<br />
glosaba en las páginas de La correspondencia del viernes.<br />
Baptista se refería reiteradamente a la influencia de Renán — "el muy leído hasta por<br />
nuestras damas" — a cuyo respecto emitía el siguiente juicio: "Es más soportable la befa volteriana<br />
que el homenaje vulpino de este hombre. Con su invariable marcha en zig-zag, me repugna ese<br />
literato de blasfemia untuosa, seco de alma, de insondable egoísmo, hábil estilista, rico de<br />
imaginación que ha pervertido almas jóvenes, lanzándolas en la indecisión idiotamente distraídas,<br />
sin fuerzas para arrostrar y resolver terrible problema de sus destinos.<br />
Miguel de los Santos Taborga, no tuvo el prestigio que sus cualidades políticas y tribunicias<br />
dieron a Baptista, pero fue un escritor de una cultura más profunda, de un estilo más firme y<br />
vigoroso que éste. Se inició como escritor en El Cruzado, revista quincenal católica que se publicó<br />
durante algunos años a partir de 1868.<br />
Taborga fue Arzobispo de Sucre y sin duda uno de los más eminentes prelados de la<br />
República. En la época en que el liberalismo trataba de limitar los privilegios de la Iglesia, fue su<br />
defensor valiente y decidido.<br />
En un diario de Sucre publicó una serie de artículos que fueron reunidos en un libro, en<br />
1905, con el título de El positivismo, sus errores y falsas doctrinas. La crítica de Taborga era<br />
agresiva. Presentaba al positivismo como un sistema absurdo y contradictorio. "Una escuela que<br />
nos reduce a la condición de bestias", expresaba. He aquí lo que podría considerarse como lo<br />
sustancial de su crítica del positivismo: "La antifilosofía a que M. Augusto Comte dio el nombre de<br />
positivismo no es otra cosa que O materialismo antiguo, presentado bajo formas y nombres<br />
nuevos. Los verdaderos padres del positivismo son Leucippo, Demócrito, Zenón, Epicuro; hay sin<br />
embargo una diferencia bien marcada entre las doctrinas de éstos y el moderno materialismo:<br />
hacían mal uso de la razón, pero no la desconocían; enseñaban errores monstruosos sobre las<br />
gr<strong>andes</strong> cuestiones, pero no intentaban suprimirlas. El positivismo es, pues, un paso adelantado<br />
hacia las más espesas tinieblas intelectuales, pues es la negación de las verdades de orden<br />
intelectual y moral".<br />
Taborga criticaba los principios fundamentales del positivismo. Demostraba detenidamente<br />
la falsedad de la ley de los tres estados de Comte y afirmaba la perennidad del hecho religioso así<br />
como la necesidad del pensar metafísico. Atacaba vigorosamente la metodología positivista que<br />
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