LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes
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Taborga respondió haciendo también afirmaciones fundamentales. "El positivismo no es un<br />
progresco, ni el ateísmo y el materialismo son ideas nuevas sino errores viejísimos presentados<br />
hoy bajo el mentiroso nombre de ciencia. Todavía el materialismo ateo de un Zenón, de un<br />
Epicuro, de un Lucrecio, fue menos estulto que el que profesó el positivismo".<br />
¿Y de qué libertad habla el redactor? ¿ Qué es la libertad para quien constantemente<br />
enseña a sus alumnos que no existe libre albedrío, que el hombre es movido en sus acciones<br />
precisa- mente por aquel objeto que inclinaba la balanza de su voluntad?"<br />
"Si el libre albedrío es una quimera, levantemos bien alta la bandera de la fatalidad; las<br />
leyes están demás; rasguemos nuestros códigos; nadie es culpable, nadie es responsable; ¡abajo<br />
los tribunales! Apodérese cada uno de lo que pueda, domine el más fuerte; ¡viva el derecho de la<br />
fuerza!. "Y vos que acabáis de negar el libre albedrío, añadís que la libertad es una realidad".<br />
"Al positivismo estaba reservado el caer más bajo que todas esas sectas obscuras, al<br />
condensar sus tinieblas, al negar la filosofía y la razón y presentar un materialismo estúpido como<br />
un invento muy reciente, como una doctrina admirable, destinada a triunfar en la humanidad".<br />
"El positivismo no es progreso, es degradación; no es adelanto, es barbarie; no es ciencia<br />
ni instrucción, es ignorancia; sus ideas no son sino viejísimas; no es esa la civilización del siglo; es<br />
la fuente de todos los errores que destruirían toda civilización si llegaran a dominar".<br />
VI<br />
Fernández fue siempre un grande amigo de la juventud, a la que defendió y de la cual<br />
decía: "No es posible condenar a la juventud sin condenar al progreso. Para mantenerla en la<br />
inacción sería preciso levantar entre ella y la civilización del siglo las murallas de la China. Se<br />
asimila las nuevas ideas no porque alguien se las enseña sino por los progresos de la época: por el<br />
estudio, por la lectura, por los viajes, porque vive, porque respira"<br />
Dio el fundamento filosófico al liberalismo boliviano que se impuso en el país a principios<br />
del presente siglo y del cual escribía Luis Paz en 1891 lo siguiente: "El fondo común de los<br />
principios liberales es el racionalismo individual, el racionalismo político y el racionalismo social,<br />
Derívanse de ellos la libertad de cultos más o menos restringida, la supremacía del Estado en sus<br />
relaciones con la Iglesia, la enseñanza laica o independiente sin ningún lazo con la religión, el<br />
matrimonio legalizado y sancionado por la intervención única del Estado; su última palabra, la que<br />
todo lo abarca y sintetiza es la palabra secularización, es decir la no intervención de la religión en<br />
acto alguno de la vida pública, verdadero ateísmo social, que es la última consecuencia del<br />
liberalismo",<br />
Finalmente, Fernández defendió la libertad de pensamiento y de enseñanza contra el<br />
clericalismo que escondiéndose detrás de los superiores valores de la religión trataba de imponer<br />
hegemonías políticas o sociales, Constituye quizás en nuestra historia el único caso de un hombre<br />
íntegramente entregado a la lucha por la verdad especulativa, por la difusión de principios<br />
filosóficos.<br />
Tenía, por eso, razón su hijo político Ricardo Mujía al escribir con ocasión de su muerte:<br />
"Viste la juventud muda, abatida,<br />
envuelta en los sudarios del pasado,<br />
¡Muerta la juventud cuando es la vida<br />
cuando es el alma del pueblo desgraciado!<br />
Y "¡no!" dijiste con sublime anhelo,<br />
con noble inspiración de patriotismo,<br />
y libre el pensamiento alzó su vuelo<br />
humillaste al imbécil fanatismo".<br />
* * *<br />
Murió Fernández en 1891. Y, momentos antes de morir, este hombre que había, sido<br />
considerado materialista, ateo, enemigo de la religión, escribió la siguiente profesión de fe:<br />
"Yo, Benjamín Fernández, declaro que nunca he creído que una sola personalidad pudiera<br />
influir de una manera radical en el cambio de las ideas religiosas de un pueblo; ni que tampoco un<br />
programa político pudiera verificar ese cambio. La religión es una esfera de actividad social y como<br />
tal merece el respeto y las consideraciones de los hombres. En cuanto a errores si los ha habido<br />
en mis escritos, la posteridad y la justicia se encargarán de corregirlos".<br />
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