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LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

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Después de sentar esos antecedentes de carácter geográfico e histórico, el padre Matraya<br />

se refiere a los perjuicios materiales y espirituales que traería el cambio de régimen para los<br />

pueblos americanos. Desde luego, privados de la ayuda de España, éstos se hallarían expuestos a<br />

las amenazas procedentes de otros países del mundo. No podrían atender a su defensa porque no<br />

cuentan con ejércitos y con escuadras ni con los recursos económicos ni con la experiencia para<br />

crearlos. Como consecuencia, se verían en peligro de ser despojados de sus creencias católicas y<br />

obligados a recibir las enseñanzas de los protestantes e incrédulos que los forzarían a aceptar sus<br />

doctrinas.<br />

De todo ello concluye el fraile que a la América no le conviene sino "el gobierno antiguo,<br />

esto es, el monárquico español en contemplación del interés espiritual y temporal de los<br />

americanos".<br />

En toda la obra del padre Matraya se cierne el pavor que le inspiraban los cambios<br />

políticos que tormentosamente se anunciaban en esos días. Repetidas veces se refiere a los<br />

crímenes cometidos por los revolucionarios tanto en las provincias del Río de la Plata, como en las<br />

del Alto Perú, a los "desórdenes, rapiñas y atrocidades de los porteños" que superan, a su juicio, a<br />

los mayores que se atribuyen a las autoridades españolas.<br />

Hay también en la obra un pesimismo que le hace presentir que después del triunfo de las<br />

corrientes subversivas y por encima de la destrucción, vendrán para la América nuevos males y no<br />

quedará sino la sombra de los ideales que guiaron la revolución. "Se quejaban los franceses de su<br />

rey —dice el padre— en 1790, se rebelaron contra él, cometieron el sacrílego atentado de juzgar y<br />

condenar a muerte a su legítimo señor natural. ¿Y cuál ha sido el resultado de sus cálculos? Que<br />

se han acomodado a un estado mucho peor que el anterior". Se refería al absolutismo napoleónico.<br />

A pesar de todo ello, el libro del padre Matraya quedó olvidado en los rincones de las<br />

bibliotecas conventuales, mientras la tempestad barría el continente soplando desde las páginas<br />

del Contrato Social que él había querido aniquilar.<br />

17.<br />

EL MAQUIAVELISMO <strong>EN</strong> <strong>LA</strong> REVOLUCIÓN DE <strong>LA</strong><br />

INDEP<strong>EN</strong>D<strong>EN</strong>CIA AMERICANA<br />

Una vez que comenzó la guerra de la independencia, surgió entre los hombres que la<br />

sostenían la mentalidad característica de las épocas de subversión; épocas en que los principios<br />

morales se rompen; en que la conducta no obedece sino a las necesidades del éxito; épocas<br />

maquiavélicas por excelencia en las cuales el asesinato, el robo, la mentira, se permiten y hasta se<br />

aplauden porque conducen al triunfo de una causa; épocas en que la violencia y la astucia<br />

dominan en la humana existencia.<br />

Resumiendo casi su filosofía, Maquiavelo decía en sus Discursos sobre las Décadas de<br />

Tito Livio: “Siempre que se trate de tomar una resolución de la que dependa el bien del Estado no<br />

debe nadie detenerse ante razones de justicia o injusticia, de humanidad o de crueldad, de honor o<br />

de deshonor; omitirá todo esto y escogerá lo que pueda salvar al Estado y la libertad".<br />

Esos eran los principios que los hombres de 1809 ponían en práctica; bajo la presión de las<br />

exigencias del momento, buscando la solución de problemas inmediatos y apremiantes, no<br />

pensaban en que la violencia y el crimen podrían volverse contra ellos mismos; no les interesaban<br />

las repercusiones lejanas del ultraje a las leyes supremas del mundo moral; salvaban su causa por<br />

el terror, la violencia, el engaño, sin considerar que acaso las generaciones futuras tendrían que<br />

caminar penosamente por la sangrienta huella abierta de ese modo.<br />

Los hombres de 1809 no aplicaban tales principios a la ventura. Plenamente conscientes<br />

de la situación, con propósitos perfectamente definidos, sostenían la lucha siguiendo una filosofía<br />

política y una concepción de la naturaleza humana, tan realistas como las de Maquiavelo. Tenían<br />

el exacto conocimiento de lo que la astucia, el engaño, el halago, la crueldad, la violencia, la<br />

mentira, representan como instrumentos de acción social, como recursos para el manejo de los<br />

hombres. Tenían la mentalidad revolucionaria, que, dentro de una extraña contradicción, encierra<br />

un idealismo mesiánico y al mismo tiempo un realismo brutal, astuto y cínico.<br />

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