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LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

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necesidades espirituales, debería quizá formar una iglesia separada. La unidad religiosa subsistiría<br />

a pesar de la separación, porque ella consiste en la creencia y no en el gobierno que la declara".<br />

Después de estudiar la instrucción, haciendo un substancioso análisis de las ideas<br />

educacionales durante la Colonia y la República, pasa Cortés a ocuparse de la literatura iberoamericana,<br />

cuyas características principales observa atinadamente. "La libertad es el genio que<br />

anima las composiciones americanas". Porque "la literatura hispano-americana propiamente dicha,<br />

data de la guerra que se encendió por la independencia del Nuevo Mundo". Otros atributos de las<br />

letras americanas son la sencillez y la naturalidad. "El genio del Nuevo Mundo se muestra sin esos<br />

vanos atavíos a que suele recurrir una vieja civilización, como recurre a postizos adornos la mujer,<br />

que por la edad ha perdido los encantos del sexo". Encuentra también Cortés como característica<br />

de la literatura ibero-americana, la melancolía que atribuye, por una parte, a la impresión que<br />

producen en el hombre las vastas soledades del continente y, por otra, a la servidumbre de la<br />

época colonial. Cortés piensa que la literatura ibero-americana "debe ser filosófica y tener la noble<br />

aspiración de percibir lo bello en su origen, es decir, lo infinito". "La ciencia y el arte deben ser<br />

medios que contribuyan al cumplimiento del destino humano. La filosofía ha de mostrar el camino<br />

del bien, alumbrado por la antorcha de la verdad; la literatura debe mostrarlo sembrado de flores, a<br />

la luz apacible de lo bello o al rayo deslumbrador de lo sublime".<br />

En el capítulo VIII hace Cortés un detenido examen de la vida económica americana. Y en<br />

él encontramos algo que para los bolivianos es ya un ritornello: "La industria minera, contingente y<br />

perecedera por su naturaleza, no ofrece más que una prosperidad momentánea. Véase lo que es<br />

Potosí después de haber enriquecido al mundo. Los pueblos que no tienen más que una industria<br />

precaria deben dirigir sus esfuerzos a la creación de otra segura y destinar a este fin una parte de<br />

su numerario".<br />

Los últimos cuatro capítulos están consagrados al estudio de las instituciones políticas y<br />

jurídicas. Desde luego, encuentra Cortés que los países americanos en general no son sino<br />

parodia de la verdadera democracia. "Los gobiernos americanos — dice — no son la creación del<br />

pueblo sino la obra de la fuerza o de las intrigas de las facciones. De aquí nace que los<br />

gobernantes sean exclusivos, que sacrifiquen el interés del país al interés de la bandería a que<br />

pertenecen y se hagan opresores para someter a los partidos. De aquí también que muchos de<br />

esos gobernadores no tengan el talento ni ninguna de las cualidades que requiere el mando. El<br />

partido que los eleva desatiende el mérito y no busca más que al hombre que pueda satisfacer sus<br />

mezquinos intereses. El bando vencido, por su parte, acecha la ocasión de derribar al bando<br />

vencedor, conspira secretamente y cuando recobra sus fuerzas vuelve otra vez al combate".<br />

Pero esa realidad amarga no hunde en el pesimismo a Cortés, que ha escrito su libro<br />

precisamente para demostrar que a la larga el bien vence al mal. Cortés piensa que hay en la<br />

conciencia de las masas, en el corazón del pueblo, fuerzas que han de acabar sobreponiéndose a<br />

la torpeza de los gobernantes y a las violencias de los políticos. "Hay en el corazón humano<br />

— dice — un sentimiento que repeliendo la violencia no concede más que a la razón el derecho de<br />

mandar: ese sentimiento, garantía de la dignidad del hombre, explica la oposición que los pueblos<br />

hacen a la tiranía, bajo cualquier forma que se presente". "Tampoco se debe olvidar — añade —-<br />

que existe en los hombres un deseo innato de adelantamiento y de progreso; permaneciendo<br />

latente, por decirlo así, en las épocas de atraso, aparece con toda su energía en las épocas de<br />

avanzada civilización".<br />

En esos sentimientos confía Cortés. Y por eso termina su libro con esta profesión de fe:<br />

"Cuando los gobiernos americanos penetrados de la alta misión de que están encargados, hagan<br />

marchar a su respectiva nación por el camino del progreso, ocupará América el punto a que está<br />

llamada por la fecundidad prodigiosa de su suelo y por la extensión de su territorio. Entonces<br />

llegará a realizar el fin a que le dan derecho los heroicos sacrificios que ha consagrado a la<br />

libertad. ¡Plegue al cielo dar en ese grandioso destino, una parte notable a la patria del que esto<br />

escribe!".<br />

Con ese espíritu compuso Cortés su Historia de Bolivia, en la cual están trascritas<br />

literalmente muchas páginas del Bosquejo. Para él, la historia no es una ciencia natural. "La tarea<br />

del historiador — dice — consiste en comprender en cuanto sea dable, la obra de Dios y la del<br />

hombre, en dar a la humanidad una lección moral al mismo tiempo que religiosa".<br />

La historia de Bolivia comienza, según Cortés, con la guerra de la independencia. Enrique<br />

Finot en el libro que hemos citado antes, sostiene que esta afirmación de Cortés no es más que<br />

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