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LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

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Según eL propio Vicuña Mackena, Alvarez llegó a Lima, procedente de Chuquisaca, en<br />

1810, es decir después de las revoluciones del 25 de mayo y del 16 de julio. Llevaba el fermento<br />

revolucionario chuquisaqueño. Y en la capital peruana, que se convirtió en el centro de la<br />

resistencia hispánica, hizo la propaganda de sus ideas preparando el ambiente para la revolución.<br />

En el Álbum de Ayacucho, publicado en 1862 por José Hipólito Herrera, en la galería de<br />

próceres de la independencia peruana figura Alvarez. "Data el patriotismo de este señor — dice<br />

Herrera — desde que en el Alto Perú se dio el grito de libertad: llegado de Lima se distinguió por<br />

sus principios liberales manifestados en un discurso de inauguración que debió haber pronunciado<br />

en su recepción de abogado, lo que no tuvo lugar por habérselo impedido no se sabe qué persona<br />

ni de orden de quién, pero que después fue publicado y en la defensa que hizo en favor de los<br />

patriotas don Manuel Rivero y don Antonio González ante la Real Audiencia de esta capital el año<br />

1815".<br />

En efecto, para incorporarse al Real Colegio de Abogados de Lima, escribió Alvarez su<br />

Discurso sobre la preferencia que deben tener los americanos en los empleos de América, en que<br />

se ocupaba de la práctica que privaba a los hombres nacidos aquí del derecho de intervenir en e<br />

manejo de los asuntos públicos y, al mismo tiempo, exponía, revelando en parte las ideas<br />

adquiridas en Chuquisaca, la necesidad de la reforma del gobierno en América.<br />

Alvarez atacaba en el Discurso uno de los aspectos más in- justos de la dominación<br />

española y que fue, sin duda, una de las causas que más influyeron en el movimiento<br />

emancipador. "¿Pereceremos en la tierra de promisión —escribía— que nuestros mayores<br />

descubrieron? ¿Nuestras ciudades serán gobernadas por los que no las fundaron y nuestros<br />

templos por los que no los edificaron? Si nuestros padres levantándose del sepulcro, hicieran estas<br />

justas reconvenciones, ¿qué se les respondiera?" Es que casi la totalidad de los cargos políticos,<br />

hacendarios, militares, estaban ocupados por españoles, realizándose una exclusión prácticamente<br />

absoluta de los americanos. Además, los empleados que venían de España eran con frecuencia<br />

hombres incapaces para el ejercicio de las funciones que se les encomendaba cuando no eran<br />

inmorales y corrompidos o francamente ineptos.<br />

Con razón dice, pues, Gabriel René-Moreno que Mariano Alejo Alvarez, compañero de los<br />

autores de la revolución alto-peruana, fue uno de los precursores de la independencia del Perú.<br />

Dentro de la vida republicana de su patria, Alvarez fue un prestigioso periodista liberal y<br />

democrático, inspirado siempre por los principios que había adquirido en la Universidad de<br />

Chuquisaca.<br />

16.<br />

UN CRITICO DE ROUSSEAU <strong>EN</strong> EL ALTO PERÚ<br />

En 1811, la guerra por la independencia de Ios países ibero-americanos estaba ya en<br />

plena marcha. En 1809 se habían revolucionado Chuquisaca y La Paz, en 1.810 Buenos Aires".<br />

Quito y otras ciudades. Ya el primer ejército auxiliar argentmo, al mando de Castelli, había<br />

avanzado por los territorios altoperuanos y había sido obligado a retroceder en el Desaguadero.<br />

Sin embargo, la situación se hallaba muy lejos aún de estar definida. Los ejércitos<br />

españoles tenían muy firmes sus principales posiciones y don José Manuel de Goyeneche<br />

avanzaba desde el Perú con sus fuerzas reconquistadoras.<br />

Los elementos reaccionarios podían, pues, creer que jamás se produciría el triunfo de la<br />

revolución emancipadora, y oponían a los ejércitos los ejércitos y a las ideas las ideas. Porque<br />

junto a la lucha por las armas, había una intensa lucha intelectual, en la que los principios políticos<br />

y filosóficos tradicionales trataban de vencer las corrientes revolucionarias. No existían imprentas,<br />

pero las escuelas, las universidades y los púlpitos ofrecían sus tribunas a la polémica ardiente.<br />

Andaban de mano en mano, por todas partes manuscritos, cuyos originales se encuentran ahora<br />

en los archivos y bibliotecas y cuya publicación serviría para mostrar el hervor intelectual de esa<br />

época que no era menor que el hervor político.<br />

De entre esos manuscritos, uno muy interesante y que acaba de llegar a mis manos,<br />

gracias a la gentileza del Director de la Biblioteca Nacional, señor Gunnar Mendoza, es el que<br />

circulaba con el título de Crítica imparcial del contrato o pacto social de Juan Jacobo Rousseau,<br />

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