08.05.2013 Views

LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

LA FILOSOFÍA EN BOLIVIA - andes

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

1870, en el Correo de Bolivia. "Al pedir — decía con vehemencia — el ingreso de la Federación<br />

abogamos por la desaparición de ese monstruo, conjunto de servilismo, de encono, de<br />

depravación, de despotismo, de disolución, que se llama gobierno unitario. La república se halla<br />

suspendida entre la suerte de Polonia o la Federación. Que escoja".<br />

Fernández estaba lleno de optimismo con respecto al destino humano. Para él "la<br />

perfección no está detrás sino delante de nosotros; y todos nuestros esfuerzos se dirigen a<br />

alcanzarla". Caracterizaba el progreso diciendo: "El hombre vino a la tierra desnudo, expuesto a la<br />

inclemencia de las estaciones esclavo de la naturaleza y sometido por la fuerza, aislado y<br />

miserable. Pero en su frente brillaba la luz del pensamiento: invocó su auxilio y dueño del poder<br />

que éste le comunicara venció a la naturaleza y la sometió a su dominio. Hoy la gobierna".<br />

Afirmaba que la fe en el progreso constituía el fondo filosófico de "la democracia moderna y<br />

la creencia más firme de la época en que vivimos".<br />

Sin embargo, la realidad de nuestro país lo llevaba a dolorosas constataciones, a la<br />

comprobación de que estamos en un estado de atraso lamentable. En la política interna como en la<br />

internacional veía nuestras tremendas deficiencias. He aquí lo que escribía en El Orden en 1891:<br />

"Transcurre el tiempo vertiginosamente, pasan los meses y los años sin que alcancen a tener<br />

satisfactoria solución nuestros problemas de política interna. Siempre las mismas ilusiones, las<br />

mismas esperanzas desvanecidas. No parece sino que estuviéramos condenados a no tener más<br />

historia que la de los más crueles desengaños". "Nuestras desgracias exteriores corren parejas con<br />

nuestros desconciertos Internos. No hay un solo tratado internacional en que no se hubiera<br />

sacrificado alguna parte de nuestro territorio en favor de nuestros vecinos; no hay uno solo en que<br />

alguno de nuestros derechos de soberanía nacional o de independencia de nuestra bandera no<br />

hubiera sido humillado. El tratado internacional de hoy es peor, más depresivo que el de ayer, y<br />

éste más que el del día anterior. Nuestra escuela diplomática si es que alguna hay, es la escuela<br />

de las seguras derrotas y de los desatinos más abominables".<br />

Dirigía sus flechas contra el pensamiento conservador de su tiempo: "Vivimos una época<br />

en que las viejas tradiciones se desmoronan y se hunden y en que el espíritu humano, libre de las<br />

ligaduras que lo sujetaban, se abandona a la corriente del progreso. El siglo XIX constituye la gran<br />

época en que la humanidad dispersa y separada por la intolerancia y las restricciones, se asimila y<br />

se funde en el magnífico crisol de la solidaridad humana, preparada por el espíritu del<br />

cristianismo".<br />

En una época en que el país, después de la guerra del Pacífico, veía todos los horizontes<br />

cubiertos de sombras, estas palabras llenas de fe y de esperanza reconfortaban y entusiasmaban<br />

a los jóvenes.<br />

No tardaron sin embargo en provocar la reacción de las fuerzas conservadoras. Ya en<br />

1877 encontramos el Liceo en conflicto con las autoridades de la época. En la ceremonia de<br />

instalación de los cursos de dicho año, se produjo un incidente. El reglamento del Liceo contenía<br />

una disposición según la cual los profesores tenían la más absoluta libertad para enseñar las<br />

doctrinas que creyeran convenientes. La disposición fue observada por el Inspector de Instrucción,<br />

surgiendo un conflicto. El Cruzado, órgano clerical, denunció con ese motivo "las funestas<br />

tendencias y criminales trabajos del Liceo dirigidos a extraviar la inteligencia de la juventud"; y<br />

añadía: "Interesa a todos y muy particularmente a los padres de familia, oponer un fuerte dique a<br />

las ideas, que el día de mañana, llenando de duelo el seno del hogar doméstico, serán fecundas en<br />

funestas consecuencias para la sociedad".<br />

A raíz de ese comentario, que fue reproducido por otros diarios, se inició una violenta<br />

campaña contra el Liceo. Entonces se puso frente a Fernández, por primera vez, Miguel de los<br />

Santos Taborga, que lo combatió hasta su muerte. Durante quince años estuvo Taborga vigilante,<br />

atacando al paladín de las ideas nuevas, persiguiéndolo en todas sus actividades, hincándole las<br />

garras, defendiendo de sus ataques los baluartes de la Iglesia, en un duelo que ha sido sin duda<br />

uno de los más ardientes que ha presenciado la historia del pensamiento en nuestro país.<br />

En este primer encuentro, Taborga, calificando a Fernández de impío, herético y ateo, lo<br />

acusaba de enseñar "las doctrinas de la escuela liberal que son antagónicas del catolicismo".<br />

Fernández se defendió diciendo: "El Cruzado, fantasma de edades pasadas, es un<br />

anacronismo; permanece estancado en medio de la barbarie del siglo XIII, mientras que la<br />

sociedad, evolutiva por naturaleza, ha llegado al siglo XIX", En otro lugar expresaba: "El Cruzado<br />

perseguiría todavía a Harvey, atormentaría a Campanella, flagelaría a Prinelli, aprisionaría a<br />

90

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!