La Leyenda del Caballero Sol – Libro 1 (V
La Leyenda del Caballero Sol – Libro 1 (V
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Me puse mi capa, y tomé la auténtica Sagrada Espada<br />
<strong>del</strong> <strong>Sol</strong>. Quien sabe cuando ese <strong>Caballero</strong> de la Muerte volverá<br />
por mí. Mejor llevo la Sagrada Espada <strong>del</strong> <strong>Sol</strong> para estar seguro.<br />
Pensé en tomar un caballo para montar, sin embargo,<br />
decidí no hacerlo cuando me di cuenta de lo mareado que<br />
estaba. Si fuera a montarme en un caballo y tambalearme, me<br />
caería directamente de la espalda <strong>del</strong> caballo y moriría.<br />
Por lo que caminar es la mejor opción, esperemos que<br />
no me desmaye a la mitad de mi investigación.<br />
Para evadir problemas innecesarios, jalé la capucha de<br />
la capa más abajo, y lentamente me fui <strong>del</strong> Templo Sagrado.<br />
Mucha gente me pasaba impacientemente, dándome una mirada<br />
de ‘¿Acaso eres una tortuga arrastrándose? ¿Por qué demonios<br />
estas caminando tan lento?’<br />
El yo actual, quien tenía baja presión sanguínea, era<br />
demasiado flojo como para molestarse y continué con mi forma<br />
de caminar estilo tortuga. Mientras más caminaba, las calles se<br />
hacían más silenciosas y más vacías. El escenario a mi<br />
alrededor cambió de varias tiendas para ricos, a un área de casas<br />
más pobres. El número de peatones congestionando la calle<br />
también descendió, y finalmente solo se quedaron algunos,<br />
como unos dos o tres borrachos. Sus expresiones eran vacías,<br />
como si fueran personas que no sabían a donde ir.<br />
“¡Oh jo! ¡Qué bonita capa joven amo!, ¿No puede<br />
encontrar a su esposa perdida?” Esos borrachos se burlaban.<br />
Pasé junto a ellos lentamente, paso a paso, sin acelerar<br />
ni desacelerar, hasta que llegué a la parte más oscura y<br />
descuidada de la calle y me detuve frente a una casa que parecía<br />
inhabitable.<br />
De una patada tiré la puerta y me apresuré a entrar a la<br />
casa, gritando con ira, “¡Maldito Cadáver! ¡Donde te escondes!<br />
¡Sal de donde estés! ¡Estoy en un lio por tu culpa!”<br />
Dentro de la casa, solo había una mesa y unas cuantas<br />
sillas rotas; y cubriendo cada pulgada de la superficie había<br />
capas y capas de telaraña. Si alguien se atrevería a entrar<br />
apresuradamente a esta casa, definitivamente irían directo a<br />
enredarse con las telarañas y se convertirían en un capullo<br />
gigante.<br />
Por eso nadie viviría en este tipo de lugar, ni siquiera un<br />
perro callejero.<br />
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