La Leyenda del Caballero Sol – Libro 1 (V

Justo cuando me sentía arrepentido, escuché una
repentina conmoción viniendo de afuera junto con el trote de
unos caballos, el tintineo de unas armaduras, y gente gritando.
“¿Qué pasó?” Pregunté impacientemente, sacando mi
cabeza fuera del carruaje.
Justo cuando saqué mi cabeza, pude ver al chofer
saltando fuera del asiento del conductor. ¡Oh, fantástico! Corría
como si le hubieran crecido alas, en un parpadeo se volvió solo
un montón de polvo en la distancia.
¡Maldito chofer! ¡No dejes que te encuentre en el futuro!
O si no, ¡Definitivamente te llevaré a ver al Caballero Juicio, y te
acusaré por los cargos de abandonar al Caballero Sol!
Después de que le mandé mis ‘bendiciones’ a ese
chofer para que se reúna muy pronto con la Diosa de la Luz
desde el fondo de mi corazón, volteé mi cabeza, y finalmente
comprendí porque se había escapado el chofer. Al frente del
carruaje había tres caballeros fornidos quienes no parecían muy
amigables.
“¡Vete por donde viniste!”
Los tres caballeros originalmente estaban viendo como
el chofer escapaba, pasmados, pero el líder obviamente ya tenía
experiencia y volvió en si rápidamente. Viéndome como los
espiaba, él me gritó.
Yo estaba siendo reprendido. Siendo el líder de los
Doce Caballeros Santos, nadie se atrevió a gritarme en toda mi
vida, con excepción de mi maestro, el Papa, y ese cerdo gordo
de rey quien era ignorante a la situación. No puedo creer que
hoy. ¿Tres simples caballeros de hecho se atreven a gritarme?
¡Será mejor que cuiden sus bocas o yo… volveré y le diré al
Caballero Juicio que les dé una paliza!
¡Oigan! ¡No me miren así! ¡Traten de perder toda una
calle de sangre, y vean si pueden hacer algo al día siguiente que
no sea estar todo cariñosito con su cama!
Siempre he dicho que mi habilidad con la espada es
horrible… digo, “no muy buena”, pero eso solo es comparado
con los estándares de los Doce Caballeros Santos y mi anormal
maestro. Comparada con la de un caballero normal, mi
habilidad con la espada es considerada… considerada como…
¡Promedio!
Pero no se olviden de que soy un caballero santo. Mi
salario no es sacrificado en vano, porque después de usar un
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