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Kasbah 2011 - Ministerio de Educación, Cultura y Deporte

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Primer premio categoría Bachillerato y 4º ESO<br />

ENSAYO DE UN JOVEN FILóSOFO DEL SIGLO XXIV. (FICCIóN DE UN<br />

JOVEN ESCRITOR Y FILóSOFO DEL SIGLO XXI).<br />

Jean Auguste Badr Faivre, 2º BACHILLERATO<br />

Des<strong>de</strong> mediados <strong>de</strong>l siglo XXIV, una anomalía genética dividió<br />

el mundo en dos, los que tenían el ojo y los que no.<br />

Mi nombre es Xavier, y no tengo el ojo, veo lo que veía mi bisabuelo<br />

en el 2010, un mundo normal, sin nada especial, veo<br />

pasar a la gente sin tener que plantearme nada sobre ellos,<br />

salvo si son <strong>de</strong> los míos o no.<br />

Un estudio reciente ha <strong>de</strong>mostrado que la anomalía genética<br />

era el resultado <strong>de</strong> la selección natural. Las irradiaciones electromagnéticas<br />

<strong>de</strong> la televisión alteraban el funcionamiento normal<br />

<strong>de</strong> las ondas cerebrales y, generación tras generación, fue<br />

apareciendo un sexto sentido en los individuos menos resistentes.<br />

Popularmente, ese sexto sentido fue llamado “el ojo”, ya que<br />

permitía a los que lo tenían observar un <strong>de</strong>talle <strong>de</strong> la persona.<br />

Mi mejor amigo, René, pue<strong>de</strong> ver a través <strong>de</strong> las mentiras; un<br />

primo lejano pue<strong>de</strong> ver cuánto le queda a una persona para<br />

morir.<br />

Todos los que tienen el ojo viven bajo un peso mortificador, no<br />

pasa un día sin que se sientan infelices. No pue<strong>de</strong>n elegir qué<br />

ver y el ojo adquirido no pue<strong>de</strong> nunca cerrarse.<br />

Por lo menos, yo, cuando veo algo que me <strong>de</strong>sagrada, cierro<br />

los ojos lo más fuerte que puedo, hasta que la escena pasa. En<br />

cierta manera, tengo el mando a distancia con pilas, y puedo<br />

cambiar <strong>de</strong> canal.<br />

Sin embargo, ellos, no. Su mando no tiene pilas, la anomalía<br />

genética ha hecho que ya no tengan control, es como si<br />

alguien estuviera forzado a ver un canal <strong>de</strong> noticias, fatalmente,<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> que <strong>de</strong>spierta hasta que duerme.<br />

En la sociedad actual, aunque hayamos llegado a tal punto <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sarrollo, aunque ya hayamos salido <strong>de</strong> la sociedad capitalista,<br />

aunque es fácil para un joven <strong>de</strong> 16 años como yo pasar sus<br />

vacaciones en la luna, todavía no hemos logrado controlar a la<br />

madre naturaleza.<br />

Porque antes, <strong>de</strong>bemos apren<strong>de</strong>r a controlar al propio ser<br />

humano.<br />

Hace dos semanas, hubo un caso horripilante. Un individuo<br />

que tenía el ojo podía ver literalmente a través <strong>de</strong> los pensamientos.<br />

El mero hecho <strong>de</strong> que pueda ver pensamientos ya es<br />

extraordinario, pero su ojo era tan potente que podía ver lo<br />

más profundo <strong>de</strong> nuestra mente, podía explorar el subconsciente<br />

tan fácilmente como yo exploro el interior <strong>de</strong> mi nariz<br />

con el <strong>de</strong>do. Para él, era un juego <strong>de</strong> niños, pero imaginaos el<br />

peso que <strong>de</strong>bía <strong>de</strong> sentir al dar un paseo por la calle: miles <strong>de</strong><br />

pensamientos atacándolo, miles <strong>de</strong> imágenes que recorren su<br />

mente sin que pueda frenarlas; normal que el pobre hombre<br />

<strong>de</strong>cidiera suicidarse.<br />

Pero el problema no resi<strong>de</strong> en su suicidio, sino en los científicos,<br />

dirigidos por un egoísmo increíble, puramente humano,<br />

que <strong>de</strong>cidieron robar su ADN, e intentar reproducir su po<strong>de</strong>r.<br />

Para po<strong>de</strong>r salir <strong>de</strong> esta sociedad dividida, don<strong>de</strong> lo que reina<br />

ya no es el dinero sino el egoísmo y el afán <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong>bemos<br />

<strong>de</strong> concienciarnos <strong>de</strong> que todo está a nuestro alcance.<br />

<strong>Kasbah</strong> IEES Severo Ochoa Nº 22<br />

Gracias a los nuevos medios <strong>de</strong> comunicación, gracias al <strong>de</strong>sarrollo<br />

que hemos alcanzado y, sobre todo, gracias a la razón<br />

<strong>de</strong> la que nos hemos dotado, <strong>de</strong>beríamos ya po<strong>de</strong>r controlar<br />

esa parte irascible, concupiscible, <strong>de</strong> la que siempre hemos<br />

<strong>de</strong>pendido.<br />

Primer premio categoría otros centros<br />

TIC TIC<br />

Jaime Costa, Liceo Francés<br />

Tic, tac, tic, tac, la bomba iba a explotar, tic… tac… ya quedaba<br />

poco para el gran momento…tic …tac..” ¡Rescátame<br />

Debajo!”.<br />

Ya estaba allí. El virus, la bomba o la droga para esos “zombis”<br />

habían llegado. Estaban muertos para el resto. Solo vivían para<br />

comer lo suficiente para tener fuerzas para encen<strong>de</strong>r la tele y<br />

sentarse en éxtasis, como el heroinómano <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su dosis,<br />

<strong>de</strong>lante <strong>de</strong> su tótem, su ídolo.<br />

¿Para qué vivir, para qué amar, respirar, leer? ¿Para qué, si<br />

cada noche aparecería en su cajita la diosa que revelaría la<br />

Verdad universal, el elixir <strong>de</strong> la juventud por 59,93€, gastos <strong>de</strong><br />

envío incluidos?<br />

Poco a poco, persona por persona, niño por niño, el virus fue<br />

infectando. Las calles no eran más que macabros pasillos<br />

don<strong>de</strong> transitaban seres pálidos, con cuerpo pero sin cerebro.<br />

Orwell se había equivocado. La dignidad humana, su cultura y<br />

sabiduría no <strong>de</strong>saparecerían en 1984 sino medio siglo <strong>de</strong>spués.<br />

Tampoco haría falta la manipulación <strong>de</strong> la historia, sólo bastaría<br />

con que la gente consi<strong>de</strong>rase la literatura, la poesía, la filosofía<br />

como carentes <strong>de</strong> valor para po<strong>de</strong>r dominarla.<br />

¿Qué tirano necesitaría Gestapo o SS si la gente se oprimía por<br />

sí misma, si se lavaba el cerebro sin necesidad <strong>de</strong> torturas o<br />

campos <strong>de</strong> exterminio? ¿Para qué quemar libros si la gente no<br />

los leía?<br />

Al fin, un día, alguien se dio cuenta. 440879137 (ya no se<br />

ponían nombres, sólo bastaba el número <strong>de</strong>l episodio <strong>de</strong>l día<br />

<strong>de</strong> su nacimiento, y daba igual si centenares <strong>de</strong> personas llevaban<br />

el mismo “nombre”) bajaba al sótano para buscar la televisión<br />

<strong>de</strong> repuesto cuando tropezó en un viejo cartón <strong>de</strong> libros<br />

<strong>de</strong> su abuelo.<br />

¡Shakespeare, Goethe, Dante, Molière, Darío! Ni esa noche ni<br />

las siguientes encendió la televisión.<br />

Se dio cuenta, se dio cuenta <strong>de</strong> la opresión que había, <strong>de</strong> la<br />

tiranía <strong>de</strong> esos dioses <strong>de</strong> la televisión que le habían <strong>de</strong>struido<br />

el cerebro, inhibido el pensamiento.<br />

Y quiso gritar, cantar para la libertad. Salió a la calle, con su<br />

guitarra al hombro, para resistir, liberar a gente. Se sentó en un<br />

banco, inspiró y se giró. Una enorme pantalla repetía en bucle<br />

el episodio 780907123. No podía <strong>de</strong>spegar los ojos. Las rimas<br />

<strong>de</strong> Bécquer, los versos <strong>de</strong> Lorca se fueron, acompañados por<br />

Zorrilla y Zweig.<br />

440879137 murió <strong>de</strong> inanición.<br />

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