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mismo juego, sin duda. ¡¡Lo sé todo,<br />

maldito seas!!<br />

Víctor había pasado muchas<br />

noches en vela buscando otra<br />

explicación, pero no la había. Con cada<br />

muerte del Maestre otro le sucedía, pero<br />

se trataba siempre de un maestre de<br />

otro castillo de la orden, que se tornaba<br />

la misma sede. No sabía muy bien cómo<br />

lo había hecho, y sin duda tenía<br />

cómplices dentro de la orden, pero<br />

desde luego lo hacía muy bien. Quizá<br />

cambiaba de aspecto: el pelo, la barba,<br />

los ojos. No sabía con seguridad cómo<br />

funcionaba. Sólo sabía lo que decían los<br />

registros de la orden al respecto.<br />

Rebuscando entre dichos registros,<br />

buscando pistas sobre sus padres,<br />

Víctor había por casualidad con una<br />

orden del padre fundador. Lo guardó<br />

como un tesoro propio, y gracias a esa<br />

orden descubrió la verdad.<br />

- ¡Tú me llamas loco! -gritó Víctor lleno<br />

de rabia.- ¡Tú me llamas pecador! Lo<br />

sé, Erik. Sé lo que eres. Lo que no<br />

sabía es hasta que punto eras<br />

dependiente del cráneo, pero tú<br />

mismo me lo has confirmado.<br />

- No sabes de lo que hablas, Víctor. No<br />

sabes a lo que estás jugando.- Dijo<br />

con calma el Maestre.- No sé que tipo<br />

de engendro has creído que soy, pero<br />

te aseguro que estás equivocado.<br />

¿Equivocado? Víctor no lo creía<br />

así. Había encontrado otras órdenes de<br />

otros Maestres durante los siglos. La<br />

firma era diferente, por supuesto. Y la<br />

letra era diferente también, como<br />

diferentes eran los escribas. Sin<br />

embargo, según la tradición, el maestre<br />

siempre escribía una breve oración.<br />

También esta era diferente... hasta un<br />

punto. A partir de ese punto todas las<br />

ordenes tenían la misma letra. Y era la<br />

misma letra del padre fundado.<br />

- ¿No crees que no se de lo que hablo,<br />

Erik?- espetó Víctor.- ¿O quizás<br />

debería llamarte Maestre Torkgal?<br />

El Maestre quedó callado un<br />

momento. Estupefacto.<br />

- ¿No dices nada? Vaya.- Dijo en tono<br />

burlón el anciano caballero.- He<br />

sorprendido a la misma imagen de la<br />

imperturbabilidad.<br />

- Muy bien, Víctor.-Dijo con voz gélida<br />

el Maestre.- Dime, ¿Que esperas<br />

conseguir con todo esto? Aunque yo<br />

fuera el monstruo que crees que soy,<br />

¿Por que llevarte el cráneo? ¿por que<br />

entregárselo a un nigromante?<br />

- ¿Que pretendo? Pretendo destruirlo.<br />

¿Crees que me fio del otro? ¡Ja! Sois<br />

tal para cual, dos mentirosos.- Los<br />

ojos del Maestre se volvieron dos<br />

finas líneas.- ¿No te gustan mis<br />

palabras? ¿No te gusta que te<br />

compare con un nigromante? ¿O no<br />

te gusta que hable de destruir el<br />

cráneo?<br />

- Escúchame bien, Víctor...<br />

- ¡No!- Cortó el anciano caballero al<br />

Maestre.- Ya no soy un jovencito<br />

impresionable cómo ese Keller, Erik.<br />

¡No podrás engatusarme con más de<br />

tus mentiras!<br />

Siguió un largo silencio.<br />

- Llegados a este punto, parece inútil<br />

intentar razonar contigo, Víctor.<br />

El Maestre alzó la lanza y se<br />

preparó para la carga. Víctor hizo lo<br />

mismo.<br />

Ambos caballeros se lanzaron<br />

uno contra el otro. Muchas veces habían<br />

cruzado sus lanzas, pero ahora no era<br />

un entrenamiento ni una competición<br />

amistosa. La punta de ambas armas<br />

buscaba el camino al corazón de su<br />

oponente. Ambas se encontraron con el<br />

escudo. El estruendo de las armas al<br />

romperse contra los escudos hizo que<br />

una bandada de pájaros se alzara<br />

gritando al cielo.<br />

De la lanzada, fue Víctor quien<br />

salió peor parado. Se inclinaba sobre el<br />

brazo del escudo, el cual le dolía cómo<br />

el mismo demonio. Pero no importaba,<br />

era sólo dolor. Era anciano y sus huesos<br />

no eran lo que habían sido, pero seguía<br />

siendo un caballero de Mórr.<br />

Desenvainó su espada, y lo mismo hizo<br />

el Maestre.<br />

Los caballos volvieron a<br />

cruzarse, pero esta vez fue el Maestre<br />

quien salió peor parado. En un alarde de<br />

astucia, Víctor no lanzó ningún golpe,<br />

sino que se escabulló del arco mortal y<br />

brillante de la espada del Maestre y se<br />

lanzó contra él, derribándolo de su<br />

montura. El golpe fue tremendo, puesto<br />

que Víctor calló con todo su peso y de<br />

su armadura sobre el maestre. Si hubo<br />

algún tipo de daño, ninguno de los dos<br />

lo demostró. Eran caballeros de Mórr,<br />

silenciosos y estoicos en combate como<br />

la muerte misma.<br />

Rodaron por el claro buscando<br />

una ventaja, dando golpes con la<br />

empuñadura de la espada, con los<br />

codos, con los puños, e incluso con las<br />

piernas. Finalmente fue la edad de<br />

Víctor lo que finalmente le traicionó. No<br />

sólo sus huesos no eran lo que habían<br />

sido. Su cuerpo se agotó antes que el<br />

39<br />

del Maestre y sus golpes y empellones<br />

perdieron fuerza y rapidez.<br />

De un rápido golpe en la<br />

mandíbula, el Maestre derribó a su<br />

contrincante, lanzándolo al suelo del<br />

claro. Una patada le desarmó y la punta<br />

de la espada del maestre se colocó<br />

sobre el corazón del anciano caballero y<br />

su mirada se topó con los ojos del<br />

Espejo.<br />

- ¿Por que dudas, Erik? ¡Vamos!<br />

¡Hazlo!- Gritó Víctor.- La armadura no<br />

es nada para esa espada. ¡Vamos!<br />

- Vamos, Víctor.- Imploró el Maestre.-<br />

Dame el cráneo. No quiero matarte.<br />

- Muy bien.- Se retorció y sacó otra vez<br />

el cráneo.- Este cráneo es la<br />

perdición de la orden, Erik. El<br />

nigromante que lo busca es muy<br />

poderoso Erik. Muy poderoso. Ni lo<br />

imaginas. Y tiene una hueste lista<br />

para arrasar con lo que le salga al<br />

encuentro. Trayendo aquí el cráneo<br />

he salvado el castillo y a sus gentes.<br />

Vuelve al castillo y lo destruirá. Huye<br />

y arrasara todo cuanto encuentre en<br />

su camino: pueblos, granjas,<br />

castillos, fortalezas... todo -calló un<br />

momento.- Debe ser destruido, Erik.<br />

Debe ser destruido aquí y ahora.<br />

Víctor agarró fuerte el cráneo y<br />

lanzó su puño acorazado contra él. Por<br />

un momento el cráneo de cristal pareció<br />

extremadamente débil contra el acero.<br />

El Maestre palideció. Por un<br />

segundo su mente retrocedió a otro<br />

tiempo y el recuerdo de garras,<br />

colmillos, sangre y muerte le golpeó con<br />

pánico.<br />

- ¡NO!- Gritó.<br />

Y la espada del Maestre se<br />

hundió en el pecho de su amigo. La<br />

sangre surgió de su boca y sus manos<br />

cayeron otra vez. El cráneo rodó por el<br />

suelo intacto.<br />

Algo pareció romperse en el<br />

Maestre. Un peso enorme parecía caer<br />

sobre su espalda, y parecía a punto de<br />

derrumbarse. "No quería, Víctor."pensó<br />

el Maestre.- "No quería... No soy<br />

el engendro que crees... Estabas<br />

equivocado. Maldito sea ese nigromante<br />

que te ha llenado de locura el corazón."<br />

Y tras un momento, el maestre<br />

hizo el signo de Mórr sobre el cadáver<br />

de su amigo y lanzó a Mórr una breve y<br />

sincera oración por el difunto. Tras esto,<br />

el Maestre recogió el cráneo y lo miró<br />

con ojos de odio. Cuanto dolor y cuanta<br />

muerte había traído aquel artefacto al<br />

mundo.

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