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"Despierta, Gotha, en nombre del<br />
Amo."<br />
Más dolor. Más recuerdos. Aquel<br />
maldito sacerdote de Mórr, las runas, las<br />
cadenas. El dolor. Cuanto dolor.<br />
"Despierta, Gotha"<br />
Casi estaba despierto, pero el<br />
dolor era soportable. Las cadenas<br />
habían envejecido y los sellos se habían<br />
debilitado. Y él era más fuerte. Mucho<br />
más fuerte. ¿Cuanto llevaba<br />
durmiendo? No importaba. Nunca<br />
importaba. Podía recordar. Recordaba.<br />
La guerra contra el dios-hombre por la<br />
corona. La derrota del Amo. La huída y<br />
el pillaje. La discusión con sus<br />
hermanos cazadores. La caída de Krell<br />
en las montañas. La dispersión de los<br />
bebedores de sangre por la faz del<br />
mundo.<br />
- Ah, estás despierto, cazador.<br />
Era cierto. No podía ver. Nunca<br />
más podría ver. Pero no necesitaba sus<br />
ojos para percibir el mundo. Podía sentir<br />
al hombre ante él. Cómo en el cuadro de<br />
un desquiciado podía hacerse una<br />
imagen mental de aquel intruso, un<br />
dibujo en colores negros, donde se<br />
superponía su forma, su alma y el poder<br />
de lo oscuro fluyendo de él y a través de<br />
él. Un nigromante sin duda.<br />
- Saludos, Gotha, cazador de<br />
enemigos.<br />
¿Quien eres?, pregunta Gotha.<br />
Su voz no viaja a través del aire, como<br />
la voz de los mortales, puesto que no<br />
hay con qué pronunciar.<br />
- ¿Importa? -dice el desconocido.<br />
Es cierto. No importa quien sea.<br />
No importan sus ropas raídas, ni su<br />
sonrisa de locura perpetua. No importa.<br />
No importa. Lo que importa, es que<br />
aquel hombre sabe su nombre. El<br />
nombre que tenía antes de cambiar. El<br />
nombre anterior al hambre. Su nombre<br />
mortal.<br />
No.<br />
Sólo un ser en toda la creación<br />
sabría ese nombre. El Amo. Sólo a<br />
través de él este desecho podría<br />
saberlo. Las apariencias no importan. El<br />
poder no importa. El Amo habla a través<br />
de él, y por tanto tenía que seguirle.<br />
Tenía que obedecerle.<br />
¿Qué quiere el amo?<br />
La sonrisa del nigromante<br />
cambia por completo. Ya no es una<br />
sonrisa demente. Es algo más<br />
inquietante. Este hombre sabe quién es,<br />
sabe de qué es capaz, e incluso conoce<br />
su hambre. Pero no le asusta. Un loco,<br />
o un genio.<br />
- El amo, Gotha, tiene una misión para<br />
ti -dice el nigromante-. Quiere<br />
recuperar algo, cazador. Una<br />
chuchería, a mi entender, pero que<br />
puede ser útil. La recompensa será<br />
tu... -el nigromante sigue con la<br />
mirada las cadenas y las runas del<br />
dios de la muerte- liberación.<br />
No es necesaria una<br />
recompensa. El Amo no gusta de<br />
aquellos que no pueden valerse. Con el<br />
tiempo me liberaré por mi mismo. Dime<br />
que es eso que quiere recuperar y lo<br />
recuperaré.<br />
- ¡Ah! Pero es tiempo de lo que no<br />
dispones, cazador -dice el<br />
nigromante en tono burlesco-. No<br />
dispones de los siglos que podrías<br />
esperar. El Amo ha esperado mucho.<br />
Mucho, mucho, mucho, mucho. No<br />
creo que vaya a esperarte. Y te<br />
necesita, cazador. Te necesita al<br />
completo de tus facultades. No esta...<br />
parodia de ti mismo. Sin embargo<br />
también necesita ese objeto. Cuando<br />
lo recuperes, yo acudiré, y liberaré<br />
tus cadenas.<br />
Deja de parlotear. Hablas<br />
demasiado. ¿Que es lo que quiere el<br />
Amo?<br />
Una risa demente surge de la<br />
garganta del nigromante.<br />
- Quiere un cráneo, cazador -dice<br />
cuando sus risas se ahogan-. Quiere<br />
un cráneo de cristal negro. Dí, Gotha.<br />
¿Qué sabes de los caballeros de<br />
Mórr?<br />
Hace diez minutos. Al sur del<br />
castillo madre de los Caballeros del<br />
Espejo de Mórr...<br />
El Maestre yacía en el suelo,<br />
desconcertado. No sabía muy bien qué<br />
demonios habían hecho los nigromantes<br />
con aquel ataúd, pero desde luego<br />
había sido muy potente. Tanto él como<br />
sus hermanos estaban desparramados<br />
por el suelo, preguntándose que era lo<br />
que había pasado. Recordaba que el<br />
ataúd había hecho algo raro. Cómo si se<br />
hubiera distorsionado. Y de repente<br />
había tenido una visión, una intuición,<br />
del contenido del ataúd. Vio dentro del<br />
ataúd una mortaja bendecida por Mórr, y<br />
dentro la sonrisa eterna de un cadáver<br />
en descomposición.<br />
Después estaba en el suelo.<br />
43<br />
Poco a poco se levantó, con los<br />
huesos doloridos por la caída. Y buscó a<br />
su caballo con la mirada. ¿Donde<br />
estaba su montura? Tras un vistazo la<br />
encontró, intentando levantarse. Dio<br />
unos pasos hacia ella, presto a seguir<br />
con la carga. Debían ponerse a la par<br />
con el resto del ejército para el ataque<br />
combinado de todas las fuerzas. Era<br />
algo primordial en cualquier ataque. El<br />
Maestre se paró en seco. Frente a él<br />
estaba el cráneo, posado en el suelo y<br />
brillando con un fulgor negro. La mano<br />
del Maestre voló a su zurrón. Vacío.<br />
Aquel maldito Nigromante había...<br />
El fulgor creció y el Maestre<br />
maldijo. Desenvainó su espada,<br />
preparado para el mal que había de salir<br />
de aquel fulgor.<br />
"¡Atrás!" gritó con todas sus<br />
fuerzas, "¡Atrás! ¡Volved atrás!<br />
¡Reagrupaos en el linde del bosque!".<br />
Pero él se quedó plantado ante el fulgor.<br />
No era la primera vez que veía aquel<br />
fulgor, pero por Mórr que sería la última<br />
vez que lo viera nadie.<br />
Hace 350 años. La ciudad<br />
perdida de Thamra, Nehekhara.<br />
"Están todos muertos"<br />
El pensamiento atraviesa la<br />
mente de Erik como una lanza<br />
llameante. Mira a su alrededor y sólo ve<br />
muerte y destrucción. Las ruinas en las<br />
que se habían refugiado eran ahora<br />
apenas unos cascotes. Los caballos que<br />
no habían huido yacían en el suelo con<br />
sus entrañas desparramadas por la<br />
fuerza de los golpes que habían<br />
recibido. Los caballeros cruzados de<br />
Mórr no estaban en mejores<br />
condiciones.<br />
"Los ha matado a todos"<br />
El Maestre había ordenado<br />
acampar en aquellas ruinas tras la dura<br />
jornada de marcha. Volvían triunfantes<br />
de las cruzadas en Arabia. Los<br />
caballeros habían preparado sus<br />
camastros y habían comenzado a<br />
levantar fuegos de campamento. Los<br />
más jóvenes habían ido a explorar las<br />
ruinas mientras los veteranos como Erik<br />
se mantenían cerca del fuego,<br />
esperando a que los jóvenes trajeran los<br />
tesoros ocultos en las ruinas. Sin duda<br />
un par de escorpiones o unas<br />
estatuillas.<br />
Pero había algo más que<br />
escorpiones. Trajeron un cráneo de<br />
cristal negro, exquisito en su talla. Otros<br />
lo interpretarían como una mala señal,<br />
pero para los caballeros de Mórr fue un<br />
buen augurio. Al menos hasta que el