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esa Venezuela rural donde a pesar de su inmensa riqueza<br />
el pobre sobrevivía en condiciones paupérrimas, traigo a<br />
colación, si se quiere como uno de los testimonios fieles, la<br />
siguiente anécdota ocurrida en un caserío rural llamado<br />
Boca de Suata, situado en el sureste de San Sebastián. En<br />
esos predios habitaba la señora María Galindo. Esta señora<br />
se encontraba en las adyacencias de su residencia, es<br />
decir, en el conuco, cuando de repente se le presentó un<br />
parto demasiado apresurado. En vista de la emergencia,<br />
tuvo que arreglárselas debajo de una mata de topocho. En<br />
aquellas precarias condiciones, y como dicen los creyentes,<br />
con la ayuda de Dios, parió dos niños (gemelos), de los<br />
cuales uno se llamó Emilio y el otro se llama Ramón.<br />
Tomasito Hernández, al que todos cariñosamente le<br />
decíamos “Vale Tomás” Posiblemente pasaba por el lugar,<br />
ya que él vivía más adelante. Lo cierto es que Tomasito, tal<br />
vez sin ser partero, viendo el momento difícil y precario<br />
que atravesaba aquella mujer, procedió a cortarles el<br />
cordón umbilical a estas criaturas. A los ocho días de este<br />
acontecimiento murió Emilio, y un día en horas tempranas,<br />
el niño Ramón estando mamando del seno de su madre se<br />
quedó sin respiración y fue considerado que había<br />
fallecido. Miguel Magallanes que era el carpintero de la<br />
zona, trajo la pequeña urna para los efectos del entierro.<br />
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