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pedazos de auyama, de yuca y topochos sancochados se<br />
iban “paleando” las situaciones. Quiero ahondar más sobre<br />
el tema porque este escribidor ramplón, también le tocó<br />
pasar por este y otros desagradables momentos en su<br />
juventud. Continuando con el asunto de los meses ya<br />
citados, cuando éstos estaban por llegar, era común oír<br />
sobre todo en las sembradores o conuqueros, una<br />
expresión para nada alentadora, cuando se gritaban unos a<br />
otros: compañero, aprétese la correa, que vienen los<br />
julios. Como podrá verse, esta expresión traía consigo<br />
preocupación más que todo en aquellas personas que<br />
tenían la gran responsabilidad de criar una familia en<br />
semejantes circunstancias, porque ellos, con una larga<br />
experiencia por la que han pasado, saben que estos<br />
momentos no les auguraban nada que satisficieran en algo<br />
sus necesidades. Como todo es posible en la dimensión<br />
desconocida, posiblemente alguien se pregunte, por qué<br />
esta gente tenía que esperar a que llegara el invierno para<br />
sembrar y porque no lo hacían en los meses de verano. Yo<br />
como hijo de conuquero y que fui partícipe de esta ingrata<br />
realidad, si me tocara, le contestaría a ese alguien: Con<br />
qué nalgas se sienta la cucaracha? Es decir, para no ir muy<br />
lejos, con qué iba a comprar un conuquero pobre una<br />
bomba, aunque barata para poder regar los sembradíos y<br />
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