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miles de personas, inclusive fue tanta la pasión que sintieron<br />
algunos, que llegaron al extremo de suicidarse. Pero esa<br />
pasión no solamente envolvió a las mujeres, también a miles<br />
de hombres, yo recuerdo que después de la muerte de<br />
Gardel, estando en una de las puertas de la iglesia mayor<br />
conversando con Balvino Huerta, "El hombre que igualaba",<br />
retumbó el eco en aquella quietud pueblerina, propio de<br />
aquellos días, y ese eco era la inconfundible voz de aquel<br />
cantor que dejaba escapar una de las melodías más populares<br />
del momento y que en una de sus partituras dice así: "Mis<br />
buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrán<br />
más penas ni olvidos". Los tangos que en esos momentos se<br />
oían en la calle, provenían del bar "El Gato Negro", que<br />
estuvo situado por muchos años en la calle Bolívar, lo que es<br />
hoy la Farmacia San Sebastián. Y allí estaban bajo los efectos<br />
de licor, aferrados a la rokola, y créanme, llorando, Ramón<br />
Ramírez "El Suizo" y mi tío, Gabriel Ríos; ellos eran<br />
gardelianos de corazón. Alguien me preguntó que<br />
representaba el tango para mí, porque siempre lo defendía,<br />
yo, que no soy ducho en la materia, le contesté que el tango<br />
para mí porque siempre lo defendía, yo que no soy ducho en<br />
la materia, le contesté que, el tango para mí, es como una<br />
ópera cantada, éste recoge en la letra y en su canto las<br />
vivencias del pueblo, sobre todo el sentimiento del amor no<br />
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