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“niñas” le dijo a uno de los pavos: broder, pásame unos<br />
pesos para comprar café y azúcar porque a esta hora<br />
aquí nadie se ha bebido ni un trago de guarapo. Yo, con<br />
el cabo de la chícora recostado sobre el pecho me puse<br />
a pensar. Eso de amanecer sin café, sin azúcar y mucho<br />
menos comida, pero si aguardiente y otras cositas más<br />
que sólo conducen al manicomio, es lamentable, que<br />
parte de la idiosincrasia de muchos venezolanos que<br />
viven hoy en una quimera de ilusiones, sin la menor<br />
autoestima, sin importarles en lo absoluto el mañana.<br />
Es lastimoso, a mi modo de ver la senda que va<br />
transitando este prototipo de juventud que ha heredado<br />
mi país desde que nos penetraron las drogas. Quiero<br />
aclarar que conozco parte de la vida de estas<br />
muchachas, ellas simplemente tienen lo que conocemos<br />
en el argot popular como “raza”, eso lo heredaron de la<br />
madre, porque ella también era alegre, brincona y<br />
bebedora de caña. Aquí encaja por demás el refrán<br />
populachero, que dice, hijo de mono no pela bejuco. Lo<br />
otro es que yo no lo digo con ánimo de menospreciar. Y<br />
hablando de ello, no quería dejar pasar por alto, una<br />
anécdota histórica que le sucedió hacen muchos años a<br />
un personaje llamado Jesús. Este Jesús según dicen<br />
que, aparte de ciertos poderes, era un hombre muy<br />
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