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Esto contribuyó para dar por terminada la fiesta. Y no era<br />
para menos, porque cuando los muchachos vieron el<br />
sangrero que brotaba de la cabeza del comisario, la<br />
mayoría de estos salieron despavoridos por el susto. Yo,<br />
que fui uno de los pocos que nos quedamos, presencié, y<br />
me parece que lo estuviera viendo, como salió corriendo la<br />
señora Adelita, hasta donde estaba un colador de tela y<br />
rápidamente sacó un poco de borra o cipo de café, se lo<br />
introdujo en la herida, y como por arte de magia se detuvo<br />
el flujo de sangre. Ese día aprendí una experiencia que<br />
podría ser útil, de presentarse un caso similar a este. Ese<br />
día estaba invitado para una reunión en el Ateneo que<br />
supuestamente era para las 12:30 pm. Pero como ha<br />
sucedido y seguirá sucediendo, estas citas jamás se<br />
cumplen a la hora señalada. Total, que viendo una mínima<br />
presencia de uno que otro invitado, opté por sentarme en<br />
la antigua plaza Ustariz. Por cierto, para ahondar un poco<br />
en el tema del cumplimiento del horario, hay personas,<br />
funcionarios de cualquier cargo público etc, y sobre todo<br />
cuando ostentan cierta jerarquía, que se dan no solo la<br />
ínfula y el tupé, sino que pareciera que disfrutaran cuando<br />
después que hacen esperar horas a los presentes,<br />
aparecen en el escenario de lo más sonreídos. Esto, por<br />
supuesto, no es ningún descubrimiento, pero quería<br />
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