Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
285<br />
algunos instantes conversando sobre lo que venimos hablando,<br />
y cuando el tiempo refresque, nos marcharemos.<br />
SÓCRATES.<br />
Tienes, querido amigo, una maravillosa pasión por los<br />
discursos, y en este punto no hallo palabras para alabarte;<br />
creo que de todos los hombres de tu generación, no<br />
hay uno que haya producido más discursos que tú, sea<br />
que los hayas pronunciado tú mismo, sea que hayas obligado<br />
á otros á componerlos, quisieran ó no quisieran.<br />
Sin embargo, exceptúo á Simmias el Tebano; pero no<br />
hay otro que pueda compararse contigo. Y ahora mismo<br />
me temo, que me vas á arrancar un nuevo discurso.<br />
<strong>FEDRO</strong>.<br />
No, ahora no eres tan rebelde como fuiste antes; veamos<br />
de qué se trata.<br />
SÓCRATES.<br />
Según me estaba preparando para pasar el rio, sentí<br />
esa señal divina, que ordinariamente me da sus avisos, y<br />
me detiene en el momento de adoptar una resolución (1),<br />
y he creido escuchar de este lado una voz que me prohibía<br />
partir antes de haber ofrecido á los dioses una expiación,<br />
como si hubiera cometido alguna impiedad. Es cierto<br />
que yo soy adivino, y en verdad no de los más hábiles, sino<br />
que á la manera de los que sólo ellos leen lo que escriben,<br />
yo sé lo bastante para mi uso. Por lo tanto, adivino la<br />
falta que he cometido. Hay en el alma humana, mi querido<br />
amigo, un poder adivinatorio. En el acto de hablarte,<br />
sentía por algunos instantes una gran turbación y un<br />
vago terror, y me parecía, como dice el poeta Ibico, que<br />
(1) Ninguno de los autores antiguos explica lo que era el demonio<br />
de Sócrates, y esto hace creer que este demonio no era otra<br />
cosa que la TOZ de su conciencia, ó una de esas divinidades intermedias<br />
con %ne la escuela alejandrina pobló después el mundo.<br />
Con estO«di^ide el dicho de Séneca: en el corazón de un hombre<br />
de bien, yo «o sé qué Dios -, pero habita un Dios.<br />
Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid 1871