You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
291<br />
recibe, en el momento en que cesa de ser movido, cesa<br />
de vivir; sólo el ser que se mueve por sí mismo, no pudiendo<br />
dejar de ser el mismo, no cesa jamás de moverse;<br />
y aún más, es, para los otros seres que participan del<br />
movimiento, origen y principio del movimiento mismo,<br />
ün principio no puede ser producido; porque todo lo que<br />
comienza á existir debe necesariamente ser producido por<br />
un principio, y el principio mismo no ser producido por<br />
nada, porque, si lo fuera, dejaría de ser principio. Pero si<br />
nunca ha comenzadoȇ existir, no puede tampoco ser destruido.<br />
Porque .si un principio pudiese ser destruido, no<br />
podría él mi-smo renacer de la nada, ni nada tampoco podría<br />
renacer de él, si como hemos dicho, todo es producido<br />
necesariamente por un principio. Así, el ser que se mueve<br />
por sí mismo, es el principio del movimiento, y no puede ni<br />
nacer, ni perecer, porque de ctra manera el cielo entero<br />
y todos los seres, que han recibido la existencia, se postrarían<br />
en una profunda inmovilidad, y no existiría un<br />
principio que les volviera el movimiento, una vez destruido.<br />
Queda, pues, demostrado, que lo que se mueve<br />
por sí mismo es inmortal, y nadie temerá afirmar, que el<br />
poder de moverse por sí mismo es la esencia del alma. En<br />
efecto, todo cuerpo, que es movido por un impulso extraño,<br />
es inanimado; todo cuerpo que recibe el movimiento de<br />
un principio interior, es animado; tal es la naturaleza del<br />
alma. Si es cierto que lo que se mueve por sí mismo no<br />
es otra cosa que el alma, se sigue necesariamente, que<br />
el alma no tiene, ni principio, ni fin. Pero basta ya sobre<br />
su inmortalidad.<br />
Ocupémonos ahora del alma en sí misma. Para decir<br />
lo que ella es, seria preciso una ciencia divina y desenvolvimientos<br />
sin fin. Para hacer comprender su naturaleza<br />
por una comparación, basta una ciencia humana y<br />
algunas palabras. Digamos, pues, que el alma se parece<br />
á las fuerzas combinadas de un tronco de caballos y un<br />
Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid 1871