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bres, y curándose sólo de las cosas divinas, el vulgo pretende<br />
sanarle de su locura y no ve que es un hombre inspirado.<br />
• ,<br />
A esto tiende todo este discurso sobre la cuarta especie<br />
de delirio. Cuando un hombre apercibe las bellezas de este<br />
mundo y recuerda la belleza verdadera, su alma toma<br />
alas y desea volar; pero sintiendo su impotencia, levanta,<br />
como el pájaro, sus miradas al cielo, desprecia las ocupaciones<br />
de este mundo, y se ve tratado como insensato. De<br />
todos los géneros de entusiasmo este es el más magnífico<br />
en sus causas y en sus efectos para el que lo ha recibido<br />
en su corazón, y para aquel á quien ha sido comunicado;<br />
y el hombre que tiene este deseo y que se apasiona por la<br />
belleza, toma el nombre de amante. En efecto, como ya<br />
hemos dicho, toda alma humana ha debido necesariamente<br />
contemplar las esencias, pues de no ser así, no<br />
hubiera podido entrar en el cuerpo de un hombre. Pero<br />
los recuerdos de esta contemplación no se despiertan en<br />
todas las almas con la misma facilidad; una no ha hecho<br />
más que entrever las esencias; otra, después de su descenso<br />
á la tierra, ha tenido la desgracia de verse arrastrada<br />
hacia la injusticia por asociaciones funestas, y olvidar<br />
los misterios sagrados que en otro tiempo habia contemplado.<br />
Un pequeño número de almas son las únicas que<br />
conservan con alguna claridad este recuerdo. Estas almas,<br />
cuando aperciben alguna imagen de las cosas del cielo,<br />
se llenan de turbación y no pueden contenerse, pero no<br />
saben lo que experimentan, porque sus percepciones no<br />
son bastante claras. Y es que la justicia, la sabiduría y<br />
todos los bienes del alma, han perdido su brillantez en las<br />
imágenes que vemos en este mundo. Entorpecidos nosotros<br />
mismos con órganos groseros, apenas pueden algunos<br />
, aproximándose á estas imágenes, reconocer ni aun<br />
el modelo que ellas representan. Nos estuvo reservado<br />
contemplar la belleza del todo radiante, cuando, mezcla-<br />
Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid 1871