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FEDRO.

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297<br />

bres, y curándose sólo de las cosas divinas, el vulgo pretende<br />

sanarle de su locura y no ve que es un hombre inspirado.<br />

• ,<br />

A esto tiende todo este discurso sobre la cuarta especie<br />

de delirio. Cuando un hombre apercibe las bellezas de este<br />

mundo y recuerda la belleza verdadera, su alma toma<br />

alas y desea volar; pero sintiendo su impotencia, levanta,<br />

como el pájaro, sus miradas al cielo, desprecia las ocupaciones<br />

de este mundo, y se ve tratado como insensato. De<br />

todos los géneros de entusiasmo este es el más magnífico<br />

en sus causas y en sus efectos para el que lo ha recibido<br />

en su corazón, y para aquel á quien ha sido comunicado;<br />

y el hombre que tiene este deseo y que se apasiona por la<br />

belleza, toma el nombre de amante. En efecto, como ya<br />

hemos dicho, toda alma humana ha debido necesariamente<br />

contemplar las esencias, pues de no ser así, no<br />

hubiera podido entrar en el cuerpo de un hombre. Pero<br />

los recuerdos de esta contemplación no se despiertan en<br />

todas las almas con la misma facilidad; una no ha hecho<br />

más que entrever las esencias; otra, después de su descenso<br />

á la tierra, ha tenido la desgracia de verse arrastrada<br />

hacia la injusticia por asociaciones funestas, y olvidar<br />

los misterios sagrados que en otro tiempo habia contemplado.<br />

Un pequeño número de almas son las únicas que<br />

conservan con alguna claridad este recuerdo. Estas almas,<br />

cuando aperciben alguna imagen de las cosas del cielo,<br />

se llenan de turbación y no pueden contenerse, pero no<br />

saben lo que experimentan, porque sus percepciones no<br />

son bastante claras. Y es que la justicia, la sabiduría y<br />

todos los bienes del alma, han perdido su brillantez en las<br />

imágenes que vemos en este mundo. Entorpecidos nosotros<br />

mismos con órganos groseros, apenas pueden algunos<br />

, aproximándose á estas imágenes, reconocer ni aun<br />

el modelo que ellas representan. Nos estuvo reservado<br />

contemplar la belleza del todo radiante, cuando, mezcla-<br />

Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid 1871

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