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SUS tentativas para con el objeto amado. Apenas se aproximan,<br />
el corcel malo se echa, se estira, y, entregándose<br />
á movimientos libidinosos, muerde el freno y se atreve á<br />
todo con desverg-üenza. Pero entonces el cochero experimenta<br />
más fuertemente aún la impresión de antes, se<br />
echa atrás, como el jinete que va á tocar la barrera, y<br />
tira con mayor fuerza de las riendas del corcel indómito,<br />
rompe sus dientes, magulla su lengua insolente, ensangrienta<br />
su boca, le obliga á sentar en tierra sus piernas<br />
y muslos y le hace pasar mil angustias. Cuando, á fuerza<br />
de sufrir, el corcel vicioso ha visto abatido su furor, baja<br />
la cabeza y sigue la dirección que desea el cochero, y al<br />
percibir el objeto bello se muere de terror. Entonces solamente<br />
es cuando el amante sigue con modestia y pudor al<br />
que ama.<br />
Sin embargo, el joven que se ve servido y honrado al<br />
igual de un Dios por un amante que no finge amor, sino<br />
que está sinceramente apasionado, siente despertarse en<br />
él la necesidad de amar. Si antes sus camaradas ú otras<br />
personas han denigrado en su presencia este sentimiento,<br />
diciendo que es cosa fea tener una relación amorosa, y si<br />
semejantes discursos hanhecho que rechazara ásu amante,<br />
el tiempo trascurrido, la edad, la necesidad de amar y de<br />
ser amado le obligan bien pronto á recibirle en su intimidad.<br />
Porque no puede estar en los decretos del destino,<br />
que se amen dos hombres malos, ni que dos hombres de<br />
bien no puedan amarse. Cuando la persona amada ha<br />
acogido al que ama y ha gozado de la dulzura de su conversación<br />
y de su sociedad, se ve como arrastrado por<br />
esta pasión, y comprende que la afección de todos sus<br />
amigos y de todos sus parientes no es nada, cotejada con<br />
la que le inspira su amante. Cuando han mantenido esta<br />
relación por algún tiempo y se han visto y han estado<br />
en contacto en los gimnasios ó en otros puntos, la corriente<br />
de estas emanaciones que Júpiter, enamorado de<br />
Platón, Obras completas, edición de Patricio de Azcárate, tomo 2, Madrid 1871