Proyecto_mARTadero_2014
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La zona del matadero estaba ocupada entonces por sembradíos y bosques. Las<br />
inundaciones provocadas por los desbordamientos del río Condorillo o Sacaba (después<br />
Rocha) azotaban el oeste, y toda la vida colonial estaba profundamente marcada<br />
por la presencia dominante de la Plaza San Sebastián, contrapuesta ahora a la 14 de<br />
septiembre, renovada y apropiada por las elites. Se generaba así una creciente distancia<br />
que va separando el “centro elitista urbanizado de una periferia popular ruralizada”,<br />
según palabras de Humberto Solares.<br />
Por ello, las “manifestaciones plebeyas” eran reprimidas y expelidas a los extrarradios.<br />
Convirtiose así San Sebastián en espacio urbano de carácter más popular, aldeano e<br />
integrador que la zona central. Allí se desarrollarían costumbres que irían marcando su<br />
carácter, sobre las que destacaban las corridas de toros y las peleas de gallos, y que irían<br />
siendo poco a poco prohibidas. Sería entonces, a finales del siglo XIX, cuando el matadero<br />
se trasladaría a ese arrabal, jugando un papel esencial en el desarrollo urbano, social y<br />
productivo de la zona y de toda la ciudad.<br />
EL SIGLO DEL MATADERO<br />
La ciudad llegó a 1.900 con un censo de 36.222 habitantes. En 1925, al primer<br />
centenario de la fundación de la República, y a 354 años de la de la ciudad, ésta contaba<br />
con 46.651 habitantes, y en 1935, con 52.388, mientras que su área urbana se mantenía<br />
casi sin modificaciones. En 1945, 71.542 y en 1950, 82.397. En 1957, a la muerte de Miguel<br />
Tapias -artífice del matadero- la ciudad sobrepasaba los 100.000 habitantes y veinte años<br />
después, se duplicaría. A finales del siglo XX, ya serían 517.024 (Censo 2001).<br />
El funcionamiento del camal o matadero, en esos años, estaba profundamente<br />
relacionado con las actividades taurinas de Cochabamba, ya que luego de la diversión<br />
en la plaza el animal ya muerto era transportado allí para su posterior carneo. La Fiesta<br />
de San Sebastián y esas corridas eran momentos clave en la vida del barrio. La Avenida<br />
Aroma, que se abriría para estructurar la zona y conectar el matadero con la dicha plaza,<br />
inauguraría los diversos usos que albergaría durante el tiempo: mujeres “de vida alegre”;<br />
fotógrafos de mundos fantásticos; arrieros que conectaban amplios territorios...<br />
Con la apertura de calles, la construcción de una línea de tranvía, la retirada de playas<br />
de ganado y las correcciones de la serpiente negra, el barrio cambiaba impulsado por los<br />
equipamientos allí situados: el matadero, la estación de trenes. Los viejos usos, heredados<br />
de la Colonia, se dotaban de edificios más adecuados, conforme a las necesidades de<br />
una ciudad en auge. Surgían entonces en la ciudad mercados, escuelas, teatros, nuevos<br />
proyectos de hospital y cementerio.<br />
Las reses tenían por aquel entonces ya una presencia casi mítica en el barrio. Incluso<br />
observamos que la primera fiesta del año, dedicada justamente a San Sebastián,<br />
prevalece en 1893 como “la más grande y popular que hay en Cochabamba”, y estaba<br />
estrechamente relacionada con los toros. La descripción de Wilson García Mérida en “Un<br />
Siglo en Cochabamba” nos cuenta cómo durante cuatro días, del 20 al 24 de enero, la<br />
ciudad entera participa y “todo el entusiasmo de las diferentes clases sociales se vuelca a<br />
la plaza de la calle “Pampa Carreras” (hoy Avenida Aroma)”. En ella, los “mozos” debían<br />
apoderarse del “enjalme”, manto ensartado de joyas y dinero que cubría el lomo de los<br />
toros, al modo en que actualmente lo hacen con los autos para ciertas celebraciones.<br />
La serpiente negra era el canal de aguas servidas que atravesaba la ciudad,<br />
desembocando justamente en el tramo de rio Rocha que surca la zona, y separándola -de<br />
algún modo- del resto del casco urbano. No se cubriría hasta la construcción de la avenida<br />
Huayna Capac, a fines de los 80. Los ancianos del lugar recuerdan bien el puente de<br />
madera y plancha de turril, alrededor del cual realizaban serenatas los jóvenes del barrio.<br />
Goyeneche arremetería contra los defensores de la ciudad,<br />
mayoritariamente mujeres y niños, que se apostaban en lo<br />
alto de la Coronilla. Las mujeres que allí murieron fueron<br />
Manuela Gandarillas, Manuela Rodríguez de Arze, Manuela<br />
Saavedra de Ferrufino, Rosa Soto, Juana Azcui, Lucía Azcui,<br />
Lucía Alcocer León de Chinchilla, María Isabel Pardo de<br />
Vargas, María Teresa Bustos de Salamanca y Lemoine,<br />
María del Rosario Saravia de Lanza, María Pascuaza<br />
Oropeza, Luisa Saavedra de Claure, Mercedes Tapia, las<br />
Hermanas Parrilla, y otras. En su honor se levantó en 1925<br />
el monumento que, un año después, sería, mediante el D.L.<br />
del 14/10/26 declarado primer monumento nacional del<br />
país. A Goyeneche le debemos la infame matanza de las<br />
heroínas de la Coronilla, pero también el levantamiento del<br />
primer plano de Cochabamba (pag. ant), encontrado por<br />
Ramón Gutiérrez y publicado en Las Guerras del Sur.<br />
Así, como nos cometa Raul Aguilar sobre los inicios del<br />
siglo XX: “El cuartel suroeste de la ciudad es en esta época<br />
del (lo es aun hoy) el menos desarrollado y menos extenso;<br />
sin duda debido a la existencia de usos de suelo no deseables<br />
que inhiben el crecimiento y deterioran el precio del terreno,<br />
(las curtiembres por la polución y mal olor de sus aguas que<br />
desembocaban en la laguna situada al final del arroyo de<br />
la Carbonería) incompatibles con la vivienda (matadero,<br />
curtiembres, cárcel, etc.) que acusa el carácter de repulsión de<br />
estas actividades.<br />
La laguna citada fue disminuyendo su tamaño, como<br />
podemos ver comparando los mapas de 1898 (Ing. Morales)<br />
y el de 1909 (Ing. Pers). Se convirtió a mediados del siglo en<br />
un botadero de basura, y sería rellenada por Mateo Hinojosa,<br />
de Curtiembres San Ignacio. Allí jugaban al fútbol los niños.<br />
Su huella quedaría en el conjunto de plazas Osorio -Reforma<br />
Agraria-Arrieros, del mismo modo que la diagonal formada<br />
por la 27 de agosto vendría dada por el último tramo de la<br />
serpiente negra.<br />
Hasta mediados del siglo XX, se abrirían varias plazas por<br />
toda la ciudad: Guzmán Quitón, Osorio, Calatayud, Barba de<br />
Padilla, etc. La ciudad adquiriria una adecuada proporción de<br />
espacios libres que la llevaría a ser considerada “ciudad jardin”.”<br />
<strong>Proyecto</strong> <strong>mARTadero</strong>: Vivero de las Artes. Un ejemplo de gestión cultural 2005-<strong>2014</strong><br />
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