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Proyecto_mARTadero_2014

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“En el siglo XIX se maneja una arquitectura cuyas estrictas y ordenadas reglas no se<br />

conocen sino a través de la imitación y copia de edificios europeos, vistos la mayor<br />

parte de las veces en grabados o fotografías. El resultado es obvio.<br />

La Arquitectura en gran parte está en manos de empíricos y los poco profesionales,<br />

tanto los que se forman en el país como los que vienen del exterior, permanecen fieles<br />

a los cánones europeos. Después de la Guerra del Pacífico (1879), hay una renovación,<br />

sobre todo de la arquitectura civil.”<br />

Los estilos historicistas y eclécticos, como el neogótico traído por los jesuitas,<br />

predominarían seguidamente. Entre 1880 y 1920 proliferarán las siluetas ojivales sobre<br />

las macizas cúpulas barrocas. Ello inspirará a los promotores privados que comenzarán a<br />

solicitar mezclas de elementos neoclásicos y góticos. Por otro lado y simultáneamente,<br />

se reinterpretan los elementos renacentistas y barrocos, jugando volúmenes y quebrando<br />

cuerpos, avitolando los frentes y empleando los órdenes jónico y corintio. La decoración,<br />

predominantemente de yeso, abunda.<br />

Pero es a partir de 1900 cuando se da una renovación impetuosa. Camponovo (de<br />

origen suizo) trabajará en La Paz y Sucre (Conclusión de la Catedral de La Paz y del<br />

Palacio Legislativo en la primera y Palacio de la Glorieta en la segunda), con un ecléctico<br />

academicismo clásico arquitectónico que primará en estas primeras dos décadas, cuando<br />

las familias de los magnates del liberalismo económico mandaban a reproducir modelos<br />

que hacían traer desde Europa.<br />

A principios del XX, y manteniendo un estilo básicamente académico en su conjunto,<br />

para edificios oficiales, sí se va dando una decoración progresivamente más relacionada<br />

con los “modernismos” europeos, y ofrecida por maestros fachadistas yeseros. Así, y<br />

siguiendo a Ramón Gutiérrez, “el comienzo del siglo marca el apogeo del eclecticismo<br />

como última fase del academicismo”. La influencia de patrones tipológicos franceses<br />

estaba todavía muy presente en el quehacer de los profesionales al afrontar las diversas<br />

obras. La sombra de Francia planeaba tanto en el eclecticismo como lo había hecho en<br />

el Neoclasicismo. El academicismo francés parecía resolver, a través de recetas claras y<br />

precisas -como los grabados de Durand-, casi todas las necesidades de la vida moderna.<br />

En cuanto a la arquitectura industrial, otro tema esencial de la época, tenemos una<br />

serie de notables y características construcciones. Los tranvías, automóviles, trenes y<br />

teléfonos iban apareciendo y articulando las comunicaciones de un modo nunca antes<br />

visto. La necesidad de estaciones, usinas de producción hidroeléctrica, fábricas, mercados,<br />

y edificios civiles como el matadero, iba generando una arquitectura funcional pero<br />

representativa, dotada de grandes maquinarias importadas desde Alemania o Estados<br />

Unidos. Cochabamba, integrada entre 1910 y 1930 por comunicaciones camineras y<br />

ferroviarias, y centro de producción hidroeléctrica notable, era ya un “pivote” geopolítico<br />

del continente sudamericano. Por ello, este primer tercio del siglo será rico en propuestas<br />

arquitectónicas para edificios vinculados al progreso, ya sea industrial como financiero.<br />

El funcionalismo impulsado por Villanueva en la Paz diferirá de un organicismo con<br />

raíces en Wright que varios arquitectos formados en Córdoba traerían a Cochabamba. Sin<br />

embargo, el mismo Villanueva comenzaría en La Paz con varias obras derivadas de un<br />

ejercicio formal propio del sistema “Beaux Arts”, como el Banco Central, la Alcaldía de<br />

La Paz -de estilo notablemente “afrancesado”, la Librería Gisbert, al tiempo que otros<br />

arquitectos realizarán edificios también profundamente académicos como el Teatro<br />

Princesa, la “Casa Llombart”, el Hotel París, y otros. La influencia modernista catalana<br />

se hacía evidente en el manejo formal del ladrillo, las rejerías, y ciertas soluciones<br />

tecnológicas. Ramón Gutiérrez, en el texto Arquitectura Iberoamericana en el siglo XX, y<br />

en un capitulo atinadamente titulado como Espejismos y Rupturas. 1900 a 1930, escribe<br />

Foto: detalle del Palacio Portales, de Eugene Bliault<br />

Nos comentan Salamanca y Mostajo del eclecticismo:<br />

“El ecléctico como estilo, dentro la arquitectura Cochabambina,<br />

recombina generalmente todos los elementos de significación<br />

del clasicismo, sin seguir el orden ni la norma. En una rara<br />

mezcla de expresiones decorativas, diversas y contrastantes,<br />

tal como acontece por ejemplo, con las balaustradas de<br />

yesería de los balcones en segunda planta y el hierro forjado en<br />

tercera planta. Lo mismo que los arcos de medio punto de las<br />

ventanas inferiores con las ventanas adinteladas superiores.<br />

Esta diversidad de elementos, adquieren un sentido<br />

totalizador, cuando las ventanas son flanqueadas<br />

por las pilastras y están enmarcadas de frisos<br />

ornamentados con figuras grecorromanas. Este conjunto<br />

de expresiones decorativas, le otorgan al edificio una<br />

imagen de señorial ele gancia que es percibida de manera<br />

inmediata, por la presencia totalizadora del color blanco.<br />

Se podría pensar que este estilo, si bien es poco imaginativo,<br />

en los hechos presenta una interesante ambivalencia de<br />

significación cultural, puesto que contrasta la tradición<br />

expresiva del clásico con el pensamiento modernista.”<br />

Foto: Puente funicular sobre el Río Espíritu Santo.<br />

Paralelamente, el desarrollo de la arquitectura industrial,<br />

realizada por ingenieros, continuaba.<br />

<strong>Proyecto</strong> <strong>mARTadero</strong>: Vivero de las Artes. Un ejemplo de gestión cultural 2005-<strong>2014</strong><br />

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