Proyecto_mARTadero_2014

Todavía los mayores recuerdan “el Acho”, en la misma ubicación que el actual Coliseo
de la Coronilla, donde se realizaron después las corrida de toros y que, como era habitual,
fue bautizado con el mismo nombre que la Plaza de Lima, tercera del mundo, y poniendo
así en juego referentes más cercanos. En realidad, y según el historiador e investigador
taurino José Emilio Calmell, haacho en quechua significa “monte alto y escarpado en las
inmediaciones de la costa, desde el cual se descubre bien el mar”...
Allí llegaban toros y toreros de España, y eran fiestas de “gran raigambre popular en
los reinos chicheros de Caracota”. García Mérida continúa:
“En 1893, sin imaginar jamas que esta fiesta unificadora sería abolida tras la aparición
del no menos popular “foot-ball”, un empresario convencido de la inmutabilidad de
San Sebastián construyó una nueva plaza de toros en la colina de las Heroínas de la
Coronilla, con edificio destinado a cantina inclusive.”
Se trataba de El Acho, construido en La Coronilla por
el “intrépido empresario señor Gonzáles Vélez” según
informaba “El Heraldo” del 24 de enero de 1893. Aquí
llegaban toros y toreros desde España. Tras la guerra del
Chaco, el ruedo fue rehabilitado como cuadrilátero de boxeo.
La Plaza de San Sebastián era el corazón de la zona, siendo
utilizada para usos diversos como plaza de ganado, ruedo,
mercado, y lugar de multitudinarias fiestas.
También recoge de monseñor Rosales otros recuerdos de la zona:
“Hacia 1920 todavía se celebraba en la plaza de San Sebastián la fiesta de San Andrés.
Era muy popular la carrera de “caballos sortija”. Se armaba un arco de palos y en la
parte superior de ambos colgaban ramos de flores, y al centro estaba el anillo. […] Los
competidores, uno por uno, corrían en sus caballos con montura de plata, en dirección
al arco, y debían ensartar el anillo en un dedo. “
La playa de ganado de la Plaza de San Sebastián sería trasladada en 1918, y en la
Memoria Municipal de ese año, que se recoge:
“La subsistencia del mercado o plaza de ganado de la Plaza de San Sebastián, se hace
ya imposible al frente de la estación del ferrocarril de Oruro y teniendo en cuenta
consideraciones de seguridad y aun de cultura, razones por las cuales el Concejo
resolvió trasladar dicho mercado a la amplia playa conquistada al río, frente a la
Recoleta, y que se halla localizada entre los puentes de la carretera a la recoleta y del
tranvía a Queru Queru. El terreno es municipal, la ubicación muy buena y las ventajas
del cambio de sitio se muestran por sí solas […].”
En dicho libro, Wilson García Mérida recoge el testimonio de Monseñor Rosales:
“Yo he vivido siempre en la Avenida Aroma, que antes se llamaba Pampa Carreras.[…]
La fiesta de San Sebastián se celebraba con corrida de toros. Eran corridas elegantes,
las damas iban bien trajeadas, las niñas emperifolladas. […] Un día, haciéndome el
quite de mis hermanas, Salí de casa y me fui a la plaza. Entre al ruedo atraído por las
libras esterlinas entre los cuernos del toro embolado. Poco a poco me aproxime al toro
que era hostigado por los matarifes, quienes ya estaban algo “aceiteaditos”. Uno de
ellos iba a sacarle las libras esterlinas pero el toro se embraveció y yo aparecí bajo un
cochecito con un moretón en el cuerpo. […] Tenia 10 años y ahí terminó mi aventura
de torero.”
Las fiestas populares de la Plaza de San Sebastián, las reses que escapaban del
matadero, la famosa rudeza de los matarifes, los negocios del “cardán caldito” que
surgían para fortalecer a ebrios y sobrios, y la propositiva parroquia Pío X y su cooperativa
de ahorro y crédito, iban dando poco a poco forma y estructura a la zona...
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