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Proyecto_mARTadero_2014

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Años después, en el primer centenario celebrado en 1925, la población calculada en el<br />

país es ya de 2.144.332 habitantes, y la de Cochabamba unos 40.000 habitantes. En 1931,<br />

con Salamanca como presidente, el país tenía ya cerca de 2.5 millones de habitantes,<br />

acercándose Cochabamba a los 50.000.<br />

Así, el primer tercio del siglo XX estaría marcado por esos grandes movimientos<br />

migratorios del viejo continente, especialmente de España e Italia, a las jóvenes repúblicas<br />

de América. Argentina realizaba para ello “reclutamientos masivos” en la misma Europa<br />

para captar nuevos ciudadanos, mientras paralelamente muchos acudían presurosos a los<br />

“llamados” que los parientes o amigos les hacían desde su nueva prosperidad americana.<br />

MIGUEL TAPIAS, CONSTRUCTOR<br />

Miguel Tapias y Pont, el artífice del matadero, fue uno de ellos. Nacido el 25 de junio<br />

de 1889 en Mataró (a 31 kilómetros de Barcelona), partió hacia 1909, con veinte años, con<br />

destino a Buenos Aires, donde lo esperaban con trabajo y promesas de éxito. En el viaje<br />

trasatlántico, y de entre los cientos de pasajeros, un señor falleció dejando a su mujer viuda<br />

y teniendo que continuar viaje con su hija a Bolivia. Miguel Tapias se ofreció gentilmente a<br />

acompañarle hasta La Paz. Correspondiendo a su amabilidad, la señora -a la sazón abuela<br />

de Carlos Mesa, historiador y ex presidente del país- le ayudó a conseguir ciertos encargos<br />

que le animaron a quedarse allí. Tras varios años en la sede de gobierno, decidió mudarse<br />

a Cochabamba, iniciando una exitosa carrera como constructor y empresario.<br />

Casado por poderes con María Vilagrasa Ribas, costurera, Miguel Tapias la haría venir<br />

después junto a su padre, madre y hermana. Con ello, toda su familia directa estaría<br />

en Bolivia, y nada le llevaría a volver a su tierra natal, que nunca más visitaría. Una vez<br />

asentado en Cochabamba y con su mujer al lado, comenzó su labor empresarial y su<br />

vida familiar. Le nacieron seis hijos, Miguel, María, Oscar, Enrique, Jaime y Antonio, de<br />

los cuales los dos primeros fallecieron a temprana edad (en 1914 y 1916), sobreviviendo<br />

los cuatro últimos que -de modos diversos- contribuirían en gran manera al despegue de<br />

Cochabamba.<br />

Llegado, pues, al inicio de la segunda década del siglo con una oleada de técnicos<br />

españoles e italianos, Miguel Tapias trabajó en una época efervescente conectada a una<br />

bonanza económica impulsada por la estabilidad liberal y por el mercado internacional.<br />

En 1929, y poco antes de que comenzase la Guerra del Chaco, el mercado mundial sufre<br />

una caída fatal, y Bolivia entraría en un largo y sombrío periodo de creciente recesión,<br />

inestabilidad política, dependencia económica y desánimo.<br />

“Don Fierro”, como le llamaban sus hijos, tenía un carácter tenaz para sus objetivos,<br />

obstinado e inflexible en sus decisiones, y disciplinado en su cotidianeidad. Enormemente<br />

trabajador, su semana laboral se extendía hasta el sábado por la tarde, y frecuentemente<br />

comenzaba su jornada hacia las cuatro de la madrugada y llegaba hasta la noche, cuando<br />

en su despacho asentaba las cuentas del día.<br />

Desempeñó funciones de Cónsul Honorario de España, en la década de los 20.<br />

Igualmente, fue vocal y posteriormente presidente de la Sociedad de Beneficencia<br />

Española. Entre las 8 de la noche de los sábados y la misma hora de los domingos se<br />

juntaba con sus amigos en el mismo despacho, disfrutando del intercambio de ideas y<br />

planes, sin mediar bebida. Entre esos amigos estaban Rigol (su amigo más cercano y<br />

constructor de Agua para Cochabamba, Arocagua, y con quien solía ir a cazar perdices),<br />

Duch (de alcantarillas Duch y Grau), Tardío (que le encargaría varias construcciones), Cablin<br />

(ruso judío dueño de la casa Cablin de La Paz), y los señores Ariego, Puente y Munné.<br />

Publicidad de Miguel Tapias, impresa en el número 13 - del<br />

21 de octubre del año 1927- del semanario “Información<br />

Católica”, impreso en Tarata, en la imprenta del Colegio de<br />

Propaganda FIDE. Encargado de las obras de remodelación<br />

de las cubiertas, acudía cada mañana a las 4.00 a.m. al<br />

Convento Franciscano de San José, que años después<br />

sería declarado Monumento Nacional por D.S. 9771 del<br />

6 de Noviembre de 1971. Allí mismo fue encontrado este<br />

pequeño boletín, que resalta la oferta de “proyectos y<br />

construcciones modernas”, y la venta de material de<br />

construcción que realizaba en su casa de Hamiraya 160.<br />

Las celebraciones en torno al centenario de la<br />

república marcaron en gran medida la época de Miguel<br />

Tapias. En el libro conmemorativo encontramos fotografías<br />

destacadas de sus trabajos, y se le cita como arquitecto en<br />

Cochabamba, junto a Pedro Boneta, José Hoz de Vila P.,<br />

Max Franz (único con título profesional y autor de la Galería<br />

sur de la Catedral); Federico Rocha (también ingeniero civil);<br />

y Víctor Collao (peruano).<br />

Quizás alguno de ellos, incluso Knaudt o Guardia,<br />

puedan haber intervenido en ciertos de los proyectos<br />

atribuidos a Tapias.<br />

<strong>Proyecto</strong> <strong>mARTadero</strong>: Vivero de las Artes. Un ejemplo de gestión cultural 2005-<strong>2014</strong><br />

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