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hemos tenido experiencias de políticas sociales idénticas a las del modelo<br />
anterior, el modelo tutelar, y para no aplicar el modelo tutelar –que integraba<br />
las políticas sociales- hicimos una división en políticas universales, políticas<br />
de asistencia y medidas de protección totalmente desarticuladas entre<br />
sí, a tal grado que la gente que está en educación no tiene ningún contacto<br />
ni entiende lo que está haciendo la gente que está en asistencia, o la gente<br />
que está en política de protección. Y a los que están aplicando medidas de<br />
protección para niños que están en situación de extrema vulnerabilidad de<br />
la violación de sus derechos poco les importa el tema de la universalidad,<br />
de su inclusión en la escuela, sino que más bien inventan alternativas,<br />
alternativas de asistencia, alternativas de institucionalización, etcétera.<br />
Esa fragmentación, esa división -que a veces tiene incluso un carácter de<br />
clase (de las clases medias hacia abajo)- de las políticas es uno de los mayores<br />
desafíos que una política pública debe vencer en el ámbito de la política<br />
social, y al revés, lo contrario es cómo hacer para no perder de vista la<br />
particularidad que tendrían que tener las políticas sin perder ese ingrediente<br />
de universalidad para niños y niñas que están en diferentes condiciones<br />
de vulnerabilidad, pero que también están en diferente etapa de<br />
desarrollo, de desarrollo humano.<br />
Cuando se discute lo particular -en algunos casos prácticamente la individualización<br />
de las políticas sociales- cada vez cobra más vigencia el tema<br />
inevitable del círculo de vida, el tema inevitable del ciclo de vida y el tema<br />
inevitable del género, cruzando, de alguna manera, los dos espacios de concepción:<br />
el de política social en lo universal y en lo particular.<br />
Es muy claro, casi obvio, que no se pueden diseñar políticas para niños<br />
de cinco años como las que se diseñan para adolescentes, independientemente<br />
de que los derechos sean para todos los niños y todos los adolescentes.<br />
Hay allí un nivel de especialización y de particularidad y de sujetos<br />
específicos en condiciones muy específicas que la política social, de alguna<br />
manera, debe contemplar, y que por obvio que parezca no ha estado muy<br />
presente. Incluso, cuando se hace un análisis más pormenorizado se advierte<br />
que en los países más integrados, que tienen mayores niveles de satisfacción<br />
de los derechos sociales, hay dos extremos que están en buena medida<br />
desprotegidos, y son los dos extremos de este ciclo: hacia la adolescencia y<br />
hacia los menores de cinco años, y con condiciones de género totalmente<br />
específicas para cada uno de los dos sexos, ya sean niñas o niños. Entonces,<br />
hago una primera reflexión sobre el tema de la política social, para que<br />
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