El Merengue: Música y Baile de la República Dominicana - Claro
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GÉNESIS DEL MERENGUE, RAÍCES, TRAYECTORIA Y DIFUSIÓN EN EL SIGLO XIX<br />
211<br />
BAILE EN<br />
PUERTO RICO<br />
EN EL SIGLO XIX.<br />
<strong>la</strong>s obras más antiguas es <strong>Baile</strong>s <strong>de</strong> Puerto Rico <strong>de</strong> Manuel A. Alonso Pacheco<br />
(1822-1889), referente a <strong>la</strong>s danzas <strong>de</strong> moda en <strong>la</strong> vecina is<strong>la</strong> hacia <strong>la</strong> década<br />
<strong>de</strong> 1840. 125 En su recuento –que Salvador Brau sitúa en 1847–, Alonso parte<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> contradanza españo<strong>la</strong> (p. 48): «Entre los bailes <strong>de</strong> sociedad son los más<br />
usados <strong>la</strong> contradanza y el wals; <strong>la</strong> primera es <strong>la</strong> contradanza españo<strong>la</strong>, conservada<br />
mucho mejor que en España; sus figuras tienen <strong>la</strong> misma variedad<br />
que en su origen tuvo dicho baile, y sus pasos adquieren mayor encanto con<br />
<strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s hijas <strong>de</strong>l Trópico: es imposible seguir con <strong>la</strong> vista los movimientos<br />
<strong>de</strong> una <strong>de</strong> aquel<strong>la</strong>s morenitas <strong>de</strong> mirar lánguido, cintura <strong>de</strong>lgada y<br />
pié pequeño, sin que el corazon se di<strong>la</strong>te queriendo salir <strong>de</strong>l pecho.»<br />
Al continuar su exposición, Alonso aborda el estricto or<strong>de</strong>n seguido en <strong>la</strong><br />
colocación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s parejas durante el baile contradanzado europeo, y subraya<br />
el absoluto respeto que <strong>de</strong>bía mantenerse, al ir imitando cada pareja <strong>la</strong>s figuras<br />
que ya habían sido hechas por <strong>la</strong> primera. Indica que en otras partes –que<br />
no precisa– ha visto que todo el mundo comienza a bai<strong>la</strong>r al mismo tiempo, lo<br />
que causa gran confusión. También seña<strong>la</strong> que el vals era un apéndice obligatorio<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> contradanza, y <strong>de</strong>scribe el gustoso atractivo <strong>de</strong> otros géneros<br />
europeos que entonces se practicaban: el rigodón, <strong>la</strong> galop, <strong>la</strong> mazurca, el<br />
cotillón y <strong>la</strong> polca.<br />
Las a<strong>la</strong>banzas <strong>de</strong>l autor a los encantos exhibidos por una bai<strong>la</strong>dora mu<strong>la</strong>ta<br />
criol<strong>la</strong>, le hacen <strong>de</strong>rivar hacia <strong>la</strong> transformación autóctona y continental que<br />
sufrió el baile europeo: «La contradanza americana es el baile más expresivo<br />
que pue<strong>de</strong> imaginarse, es un verda<strong>de</strong>ro poema <strong>de</strong> fuego y <strong>de</strong> imágenes seductoras,<br />
es en una pa<strong>la</strong>bra, <strong>la</strong> historia <strong>de</strong> un amor afortunado.» Aquí incluye el autor<br />
una nota al pie, muy importante como referente, porque al precisar que «La<br />
danza Puertorriqueña es hoy una cosa muy distinta; solo los viejos recordamos<br />
<strong>la</strong> que se usaba en 1842.», se está refiriendo a una fecha que <strong>de</strong>limitó una transformación<br />
danzaria y musical muy rápida, sucedida en menos <strong>de</strong> una década.<br />
Las siguientes <strong>de</strong>scripciones en <strong>Baile</strong>s <strong>de</strong> Puerto Rico reve<strong>la</strong>n el acercamiento<br />
<strong>de</strong> <strong>la</strong> pareja y el escarceo amoroso que estaba envuelto en el encuentro bai<strong>la</strong>ble,<br />
al estilo criollo: «Empieza <strong>la</strong> danza... La bel<strong>la</strong> es solicitada por un amante, […]<br />
en el principio apenas se acercan, vuelven á separarse; cada vez se <strong>de</strong>tienen algo<br />
más; <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong>l joven toman <strong>la</strong>s <strong>de</strong> su querida, toca sus brazos, su cintura, y<br />
por fin, unidos estrechamente, se entregan al p<strong>la</strong>cer en medio <strong>de</strong> todos sus compañeros,<br />
que celebran con igual regocijo <strong>la</strong> unión <strong>de</strong> dos séres que se adoran’…»<br />
Es <strong>de</strong>cir, que en Puerto Rico, <strong>de</strong> acuerdo a Manuel A. Alonso Pacheco en<br />
su obra <strong>de</strong> 1844 –testigo <strong>de</strong> excepción–, el primer rompimiento contradanzado<br />
<strong>de</strong> europeo a criollo, siguió los cánones que parecen haber primado en<br />
otros lugares: <strong>de</strong> baile <strong>de</strong> figuras y parejas separadas, se pasó al baile <strong>de</strong> parejas<br />
en<strong>la</strong>zadas. Lo que el autor no menciona en este ensayo, es el vocablo «merengue»,<br />
porque todavía no se usaba; pero traemos a <strong>la</strong> memoria que asignó el<br />
año <strong>de</strong> 1842 como el <strong>de</strong> <strong>la</strong>s transformaciones danzarias en su patria.<br />
Nos remitimos a continuación a Ensayos sobre <strong>la</strong> danza puertorriqueña, va-