El Merengue: Música y Baile de la República Dominicana - Claro

GÉNESIS DEL MERENGUE, RAÍCES, TRAYECTORIA Y DIFUSIÓN EN EL SIGLO XIX
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GÉNESIS DEL MERENGUE, RAÍCES, TRAYECTORIA Y DIFUSIÓN EN EL SIGLO XIX
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1855, decía: ‘…frío como un banquete sin brindis, desabrido como un baile
sin merengue…’.» En otra breve cita –del periódico capitaleño 25 de Noviembre,
1874– se confirma la apreciación acerca de una línea musical invariable,
mantenida por largo tiempo, que refleja una especie de estancamiento
en el estro de músicos y letristas (p. 124): «…los pasos dobles de las bandas de
música… …los mismos merengues en algunos pianos».
El resumen del historiador indica que hacia el último cuarto del siglo
XIX, las generaciones mayores –ésas que pasaron buena parte de sus años
mozos bailando merengue– lo mantuvieron con el mismo entusiasmo en su
memoria y tal parece que aprovecharon cualquier oportunidad para echar
unos pasitos, según se lo permitieran el reuma, la artritis y otros achaques
procurados por el «calendario» (p. 124): «…en la reseña de un baile efectuado
en Moca el 5 de junio de 1875 se lee: ‘. . . se le rindió culto a la
coqueta Terpsícore, al compás del cadencioso merengue; en fin estuvo la
cosa tan de rechupete, que dos respetables socios de barbas ya blancas, ejecutaron
con suma maestría el nacional zapateo…».
Para fijar el nacimiento del merengue nuestro se ha especulado hasta la
saciedad; se han sugerido propuestas sobre premisas inconsistentes y se han
planteado hipótesis válidas, erigidas sobre los retazos documentales que han
podido recopilarse. Décadas atrás, una de las historias más comentadas y aceptadas
fue la expuesta por el antiguo director del diario La Nación, Rafael Vidal,
sobre la batalla de Talanquera: «El merengue nació, con carácter de melodía
típicamente criolla, sobre el campo de batalla de Talanquera. Cuando
las tropas dominicanas, acampadas en el paso de Macabón, fueron obligadas a
retroceder al empuje de la columna haitiana del General Cayemite, el mulato
dominicano Tomás Torres, abanderado del batallón de que formaba parte,
huyó sin suficiente justificación, y cuando, con el violento contraataque de
ese día, los dominicanos quedaron victoriosos, al caer la noche, iluminados
por las fogatas del vivac, los soldados cantaron, con una melodía nueva, un
canto típico para burlar la conducta del abanderado fugitivo:
Tomá juyó con la bandera / Tomá juyó de Talanquera / Si juera yo, yo no
juyera / Tomá juyó con la bandera.
El tono melancólico de la melodía que el soldado rudo, tostado por el sol
abrasador de la región noroestana, daba al canto de su fe cuando todavía
vagaba en el ambiente el humo de las últimas descargas, pasó a las fiestas
populares, cuando ya libre de sobresaltos, era el hogar dominical, tibio albergue,
el recuerdo en los días de reposo después de las faenas semanales.» 132
Este relato fija el nacimiento del merengue a finales de marzo de 1844 –
cuando se libró la batalla de Talanquera–. El hecho, como tal, pudo haber
ocurrido: el mulato abanderado quizás se alzó del campo de batalla, lleno de
pavor. Mas, al relacionar el supuesto hecho con el surgimiento del merengue –
un nuevo ritmo, una nueva danza–, parece como si se estuviera de frente a
una narración alimentada por el folclor. Porque ¿qué motivó a unos soldados
a «cantar» un ritmo nuevo ¿De dónde salió ese ritmo ¿Provino de todo un
grupo, espontáneamente y de común acuerdo ¿Había músicos en ese batallón,
ejerciendo como tales ¿Cuántos músicos eran
Refiriéndose al episodio del cobarde Tomás Torres, el investigador Miguel
Holguín-Veras también ha cuestionado: «¿Bailaron ¿Con cuáles músicos
¿Iba algún conjunto u orquesta con el improvisado ejército La respuesta es
que no. No iba ningún conjunto musical con el ejército. A lo sumo iba un
corneta, y sí iba de manera segura un redoblante…» 133
En sus escritos en el Listín Diario Esteban Peña Morell desmiente la historia
del mulato Tomás Torres/Talanquera/nacimiento del merengue. Y Julio
Arzeno, quien transcribe la estrofa en su obra Del folk-lore musical dominicano,
la admite como parte de un canto de índole militar (p. 127): «Indudablemente,
durante la guerra de la Independencia, como en la de la Restauración,
muchos cantares patrióticos y bélicos entonarían, como aquel que dice: Juyó,
juyó Tomá de Talanquera, / si yo fuera Tomá, yo no volviera; / Juyó Tomá con
la bandera / si yo fuera Tomá, yo no volviera.»
Independientemente de que no se ha encontrado una sola evidencia bi-