imagen - Ayuntamiento de Alba de Tormes

opera desde la primera década y que afecta profundamentea la administración local, y es el de laabolición de los señoríos por las Cortes de Cádiz(1.7.1811) que termina con aquella relación estrechay secular entre vida local y ducado de Alba;un reflejo bien claro de la nueva situación se encuentrarepasando las páginas de los libros de sesionesdel Consistorio que, ordinariamente, en susnombramientos y economía depende del Señor dela villa y que, por eso, es muy frecuente hallar enestos registros de la vida municipal la reproduccióntal cual de los documentos (provisiones, licencias,mandatos…) que salen de laadministración propia de la Casa de Alba. Estoahora se termina y se instaura una etapa de afirmaciónautonómica de la política local.Quizás el hecho político que más influye en lavida de la villa es la francesada (1808-1813), conla ocupación y el bombardeo de buena parte delpueblo, dejando huellas irreparables, como en elcaso del castillo ducal o de la destrucción parcialdel puente sobre el rio Tormes. Ya entonces, por unentendimiento providencialista de los acontecimientos,juzgaron el hecho en forma favorable -apesar de la carga negativa que tuvo-, como unaexpresión de la protección teresiana sobre Alba deTormes y su convento y sepulcro. Los mismos francesespusieron un especial empeño en preservar yguardar de saqueos y de los efectos de las armasal convento y sepulcro teresianos. Una idea quelas mismas religiosas y religiosos carmelitas seencargaron de registrar y hacer circular 47 .Un documento precioso es el conservado en elarchivo de las Carmelitas descalzas (D-I-51), unfolio donde escribió de su puño y letra el Generalfrancés Thiebault, gobernador de Salamanca, elmandato o prohibición de entrar dentro de la clausuramonjil. Lo hizo el mismo día que él visitó elsepulcro teresiano y entró en clausura. A ruegosde las monjas, extendió en francés el siguiente decretoque nosotros traducimos libremente:Se prohíbe expresamente a toda persona (relevandotoda orden) entrar en el convento de MadresCarmelitas de Santa Teresa de la Villa de Albade Tormes bajo cualquier pretexto que pueda ser.Alba, 16 de octubre de 1811 – El General de DivisiónGobernador del Ilustrísimo Gobierno de España– El Barón deThiebalt.Añade la cronista de las monjas carmelitas:“Con esto se salió, no volviendo a entrar en laclausura ni él, ni otro alguno, todo el tiempo quedicho General permaneció en Salamanca Gobernador.El Decreto original lo conservamos en el archivodel convento para perpetua memoria” 48 . Yallí sigue estando actualmente.Pero en plena ocupación francesa llegó la citaanual de la novena y fiesta teresiana de octubre de1810. Antes los temores fundados de tener que suprimirlos cultos, una vez más pudieron constatarque los mismos franceses estuvieron empeñadosen que no fuera así y que todo se desarrollara conla habitual solemnidad y hasta tuvieron el detallede escoltar la imagen y reliquia teresianas durantela procesión del 15 de octubre. Con ello se logróno interrumpir una tradición ya secular y fue motivode gozo para las monjas carmelitas 49 .En una procesión de 4 de junio de 1808, a modode rogativa por la situación política de España,cuando el Rey Fernando VII sale de España, comienzaa verificarse un fenómeno extraño en la re-47 Cf. M. DIEGO SÁNCHEZ, La guerra de la Independencia (1808) en los santuarios teresianos de Castilla la Vieja. Relacioneshistóricas, en “Teresianum” 51 (2000) 539-561 (la parte relativa a Alba de Tormes, en pp. 543-551). Se volvió a publicarsólo la relación de Alba en la revista “L’Aceña”. Alba de Tormes (2002) nº 7, pp. 21-22; nº 8, pp. 21l-22.Ver además delmismo autor: La francesada en Alba de Tormes, en Libro de fiestas de octubre 2008. Alba de Tormes, pp.259-267.48 Cf. M. DIEGO SÁNCHEZ, La guerra de la independencia, l.c., pp. 548-549.49 “Pasado todo el verano de 1810 se acercaba la fiesta de la Santa Madre, la Comunidad se detenía en celebrarla comootras veces, y en que saliese por el Pueblo la procesión por temor, cuando pocos días antes nos hallamos con una Ordendel Comandante en que se mandaba dicha Procesión, empeñándonos sus palabra y protección en orden a la seguridad.Así se hizo, salió la Procesión el día de la Santa por la tarde, acompañó la tropa, cuatro o seis soldados escoltaban el SantoBrazo, otros tantos la Santa Ymagen, la demás tropa estendida por la Procesión, la que se hizo con grandísimo orden, devocióny solemnidad”: Ibid., p. 546.página 167