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Tocados por la luna

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La noche es tolerable porque sabemos de la luna y las estrellas.

Los humanos no soportaríamos una perpetua oscuridad; así

la luna es dux, guía, faro que nos conduce en la esperanza del día

y el destino. Cuentan que la luna se enamoró de Nix, Noche de negras

alas, y pidió vivir con ella; el deseo le fue concedido, siempre y

cuando los racionales sufrieran las vicisitudes nocturnas. Quizá por

ello a los espíritus malignos les complace la noche, se enseñorean en

ella engendrando las sombras, y hacen ladrar a los perros que tratan

de impedir el paso de la luna y la aparición del sol.

El humano aprendió a observar sus fases en el canto de los

pájaros, en el movimiento extraño de los animales, en el ritual de las

flores y los frutos, en el murmullo abundante de las aguas y en su

propia sangre. En fin, si la naturaleza tiene vida, ésta se manifiesta

aún más con los cambios lunares. El hombre ha comparado la luna

con su vida: laborar y observarla se han hecho una sola cosa, y al

comprenderlo magnifica a ese cuerpo iluminado que lo hace más

sensible. Ha aprendido a relacionar y se admira de sí mismo; entonces

da a la luna un sentido mágico: la venera, le rinde culto, crea un

ritual, elabora un relato, configura un arquetipo, la incorpora a su ser

y surge el mito por el tiempo de los tiempos. Ama la luna y con ella

el misterio, ama el sol y con éste la vida. Cada elemento adquiere

un sentido particular: el agua no es agua, es un dios, los árboles y

la tierra se transforman, y así, todo. Él se sabe medium desde sus

orígenes, pues fue capaz de comprender lo oculto de la naturaleza...

El imaginario de la luna nace con el humano que la mira por primera

vez... Ella lo seduce, lo impregna con su magia y al tocarlo, lo

conmociona o desata la locura creadora, el deseo mántico, la poesía,

el arte... O lo incita a la destrucción, el otro tipo de locura al decir

de Erasmo.

La luna sabe de sus múltiples sentidos y los permite; es una

y muchas a la vez, e irradia su esencia cuando sus cuernos se completan,

como dice Ovidio. Ella ama el lado irracional, fantasioso; el

misterio es su propiedad. Es sensualidad y reencarnación. Descompone,

fermenta y apacigua, es engendramiento, crecimiento, perversión,

aborto y muerte. Es nacer, crecer y morir... Cuando crece,

motiva la llenez, el deseo, la turgencia en los pechos de las hembras

y el dulce néctar de las frutas, aviva el aroma de los sexos, y las re-

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