11.02.2020 Views

Tocados por la luna

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

aquello que suponen estuvo relacionado con su diosa, para adornar

el santuario donde hoy le rinden culto.

Marilyn aprendió a mirarse desnuda frente al espejo y a

recorrer sus formas y cada línea de su hermosa piel. Se sentía sagrada

y profana. Su cuerpo era un templo siempre violado por manos

lascivas o por luces artificiales. Consciente o no de ser un Sex-symbol,

era natural en ella mostrar los labios particularmente carnosos,

que al cerrarlos se amaban el uno sobre el otro, acercar y ofrecer los

pechos turgentes y rosáceos de pezón fresa; le gustaba exhibir los

pies desnudos, que parecían las tímidas alas de un colibrí inmóvil;

mirar con esos ojos dadores y su insinuante párpado derecho caído,

y hacer mohín con esa nariz breve como su vida.

Sin embargo, le atormentaba ser objeto de deseo, llevar y

representar una vida falsa, mantener el tinte de su cabello, el rouge

de sus labios, las indispensables pestañas postizas y el insinuante

derrière. Ella prefería el desnudo puro para no quedar debiendo

nada... no ocultar nada de su cuerpo. Todo, todo lo daba de sí como

se entrega el mar a los arrecifes, al acantilado.

Con cada pose que vende en los escenarios se sumerge en

extrañas sensaciones: sufre las angustias infantiles o las secuelas de

la incertidumbre, el no saber qué hacer... recuerdos de la adolescencia.

Se le hace un tormento vivir con las imágenes de otros tiempos...

Los recuerdos se le clavan como garfios, como acreedores del pasado

que le oscurecen el presente y no le dejan ver el porvenir. Llegó

a temerle a la noche y vivía en una vigilia espantosa, alucinante...

Demasiada realidad la lastimaba.

Un día, sin más, se posesionó de ella una voluptuosidad

arrebatadora, sin control. Nunca supo cómo brotaba de su rosada

piel esa sensualidad, ese néctar, ese humor cada vez más intenso

después de las filmaciones o de la gimnasia diaria: como fragancia

de sándalo, de agua, de hembra en celo, de loto, de amante que

se acerca... un aroma a sexo que no se conocía. En las noches de

plenilunio el deseo la sitiaba con su velo tenue, caliente y salobre

que la incitaba a acariciarse... En el ritual de sus dedos, múltiples

gotitas pueblan su cuerpo perfumado y ella bebe su esencia, hasta

que el pubis angelical se arquea en la espera de la caricia que abre

los sagrados lugares, mientras toca el brotecapullo dador de miel al

43

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!