You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
lo hacía parecer varios años mayor de lo que en realidad era; como
si ese fuese el secreto de su madurez, de sus buenas formas, de su
nobleza y finura. Siempre tuvo una mirada serena, reflexiva, que lo
hacía tan atractivo a los de su propio sexo y de manera extraña a los
efebos... eso lo sumía en la duda continua, en la insatisfacción. Recordaba
que de niño tomaba notas de la cotidianidad en la que vivía
haciendo, sintiendo, deseando; y recordaba además que al sentirse
observado tímidamente escondía los escritos en su obi, ancha faja
que llevaba anudada a su espalda, y disimulaba tocando el samisen
o laud que siempre lo acompañó... La realidad le era insuficiente:
nada le bastaba, nada le complacía, lo que lo indujo a fabricar y actuar
todo tipo de extravagancias intentando hallar la fuerza que tenía
oculta. Se dice que para hallar la calma, vivía elevando constantes
plegarias a la luna. En honor al astro, y como un ritual, escribió el
hermoso cuento Los siete puentes (Mishima, 1969, p. 35).
Mishima sentía que otro ser lo miraba desde adentro, como
si el cuerpo no le perteneciera: un no hallarse en sí mismo y ser él
mismo; controvertible sensación que percibió, ya adulto, aquella tarde
que paseaba descalzo en los Jardines de Kyoto y sintió el roce de
la gravilla de piedras blancas; momento en el que oyó esa extraña
voz: “Tus pies descalzos buscan la imagen de la meditación zen, de
la tranquilidad interior que dará respuesta a tu tormenta”. Fatigado
por la experiencia y buscando asideros, se dedicó al estudio de su
rostro milenario; luego encuentra su semejanza en Minamoto no
Yorimasa, aquel guerrero que acudió en el año 1180 ante el príncipe
Mochihito para que le ayudara a revelarse contra el poder de los
Taira, (*) y que al no poder vencer al enemigo se suicida honorablemente.
Mishima se considera así la personificación de aquel gran
hombre, su reencarnación. Desde ese instante vivió atormentado
por la presencia de esa anterior vida que siente lo posee, y como un
actor del teatro No, vive saturado de violencia y pasión.
(*) Clan familiar que se dedicó, durante los Ss XI y XII, a consolidar su poder.
Lograron hacerse con el control de la corte en 1156 y 1159. Eternos rivales
del clan Minamoto.
75