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la simpatía, el sentir con ella, retomemos la sacralidad que siempre
nos ofrece y que nos dignifica. Dominemos otra vez el mysterium
lunae, que recomendaba no contemplar solamente con los ojos del
cuerpo el astro nocturno, sino hacerlo con la fuerza del espíritu, para
poder conectarse y sentir las vibraciones y la razón de su presencia
y su secreto; porque la luna actúa sobre la fantasía, la ternura, la
delicadeza, el sentimiento, lo subconsciente; nutre la intuición, los
instintos, la maternidad. Ella rige lo profundo, lo oculto y misterioso,
el estómago, los senos, y ama el hipotálamo que desde el cerebro
regula la temperatura, los líquidos del cuerpo y el sueño; posibilita
en nosotros la capacidad para construir nuestro propio arco iris. Así
como el astro se nutre de la naturaleza, el lunático, el tocado por la
luna, tiende a imitar, porque absorbe lo que le rodea y se apropia de
su entorno y lo recrea. Ser lunáticos es recibir un impacto que nos
cambia de la tristeza a la alegría extrema, de la sensación depresiva
a las potencias más elevadas del optimismo. Allá, en el firmamento,
ese espejo circular se revierte contra los valores establecidos de la
represión y dispara los instintos, ama el rostro desnudo que lo contempla,
y da respuesta a la interrogante que anida en las pupilas. Tocados
por la luna nos sentimos todos los seres que moramos en este
planeta sublunar. ¿Será que a los hacedores de arte cuando les sube
la marea del cerebro, les aumenta la locura creativa? García Lorca en
un momento así escribió Viaje a la luna, y Miguel Hernández, conocedor
del arte de mirar la luna la hizo verso en Perito en lunas.
Hombres y obras hablan y cantan de la luna sus influencias,
rituales y gozos... Sus efectos sobre todo el orbe no se discuten.
Las aguas se nutren de ella. La luna nos toca al nacer y en la medida
que crecemos, a veces, sin saberlo, nos acoplamos a su ritmo.
Así, hay días que amanecemos plenos, disminuidos, vacíos o en
absoluto misterio y silencio interior. Queramos o no, rige nuestros
pasos, tanto que nombramos el primer día de la semana como lunes,
monday, lundi, montag, lunedi, el día que corresponde a la luna,
como si al nombrarla al inicio de la semana nos colocáramos bajo
su protección. En el Tarot es el décimo octavo Arcano mayor y significa
la vida afectiva del inconsciente o el abandono de los sentidos
racionales conscientes. Se refiere al aspecto lunar de las personas,
al instinto lunático, a las fuerzas ocultas de la mente humana, lo
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