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XIII. ernest hemingway
(1899 - 1961)
Buscar la muerte, encontrar la muerte
Siempre quiso ver la muerte. La pólvora penetró todos los
poros de su rostro famoso, y al ejecutar su último acto destrozó
esa máscara que llegó a ser: el escritor estrella de la nación más
poderosa, cuyo perfil baby face era una imagen del consumo y de
la publicidad; icono del vital hombre americano, héroe de guerra,
aventurero, alcohólico, triunfador, mujeriego, hedonista a ultranza...
Él, defenestró su cara para que no se la reconocieran.
¿Deseaba acaso anular la imagen de su padre que un día,
mientras se afeitaba, observó posada sobre la suya? ¿Qué averiguó en
ese rostro tan amado, en esos ojos alojados y escritos en lo suyos?
Ernest se desfiguró con pólvora y perdigones, como ejecutando
una venganza contra el absurdo egoísmo de su padre, quien
de similar manera perdió la vida en un suicidio inútil. Nunca entendió
por qué su progenitor que luchaba para sanar y conservar la
vida de los demás, como médico que era, se había quitado la suya.
Jamás superó la muerte de ese hombre.... Vano ejemplo. En la familia
Hemingway todavía continúan suicidándose. Es un hecho cierto
que, cuando en una parentela alguien se quita la vida, eso sirve de
justificación en el tiempo para que otro de la progenie lo repita...
¿Margaux, la nieta de Ernest, no es prueba de ello? El suicidio es uno
de los actos más egoístas... Es una sombra fatal.
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