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-------------------------- Urton: Historia de un mito
bzjo nos obliga a pensar de qué manera o
"cómo se escribe la historia" (P. Veyne) en
este rincón de los Andes. El uso por Sarmiento
de sus informantes indígenas indica
que los últimos quienes acaban de hablar
tienen la razón: lo prueba la "concretización"
entre 1542y 1569delacuevamatriz
en el valle de Pacariqtambo. Dicho de otra
manera, ¿acaso no nos hubiéramos contentado
las más de las veces con escribir una
historia de los vencedores?
Richard L. Burger
Ya/e University
Department of Anthropology
P.O. Box 2114 Ya/e Station
New Haven, CT 06520
E.U.A.
El estudio de Gary U rton es un excelente
ejemplo de innovación histórica erudita
antropológicamente informada. Substancial
en su contenido, explícito en su razonamiento
y acertado en sus juicios, el artículo
reexamina el bien conocido mito de origen
de los Inkas como una construcción artificial
dentro del contexto de la temprana reestructuración
colonial de los Andes Centrales.
Más que explayarse en la relación
problemática de los diferentes relatos con
la historia incaica actual, lo que hace Urton
es centrarse en el modo cómo estos episodios
mitohistóricos se convirtieron en parte
de las crónicas y en quiénes podrían haberse
beneficiado con su inclusión, más que en
historias de creación alternativas. Con el
propósito de llevar a cabo esto, él examina
la estructura de las comunidades del sur
andino en los siglos XVI y XVII. La información
etnográfica recogida en el Pacariqtam
bo actual resulta crucial para clarificar
referencias dispares y ambiguas sobre la
geografía local y la organización social. Esta
aproximación tiene el mérito de maximizar
las fuerzas de la evidencia disponible. Si
bien no hay una base suficiente para explorar
la "historicidad" de estos mi tos de origen,
hay una vasta información de archivos
para explorar el rol de grupos particulares
y de individuos que favorecen versiones específicas
de este relato mitohistórico. En
tanto Urton explícitamente aboga por el
enfoque estructuralista de Zuidema para la
interpretación de las crónicas españolas, su
propia aproximación al papel de la intencionalidad
individual, las relaciones de poder
y el contexto histórico en la creación y
perpetuación de relatos mitohistóricos, tiene
en algunos aspectos más reminiscencias
de los primeros trabajos de Rowe sobre
Pachacu ti y la creación de la religión estatal
incaica que del tratamiento que hace Zuidema
del mismo material. Igual que Rowe,
Urton está más interesado en las dimensiones
humanas y sociales de la producción
ideológica que en su congruencia con principios
organizativos abstractos y eternos.
Aunque el artículo evita explícitamente
historizar el contenido del mito de los Inkas,
sí apoya la perspectiva de que alguna
versión del mito de Pacariqtambo efectivamente
existió en tiempo de los Inkas. Su inclusión
en algunas de las primeras crónicas
y en litigios posteriores apoyada por numerosos
testigos aparentemente descartaría la
interpretación del mito como una fabricación
colonial. Además, el análisis de Urton
proporciona argumentos muy sugestivos de
por qué el área de Pacariqtambo podría haber
sido elegida por los Inkas como escenario
particularmente apropiado para tal relato
mitohistórico. Urton incluso acepta dos
sitios arqueológicos que los Inkas podrían
haber identificado con el Pacariqtam bo y el
Tamput'oqo del mito. Además, identifica
otros términos geográficos mencionados en
la versión del mito por Sarmiento con lugares
concretos del paisaje.
Estos avances son los cimientos de un
futuro estudio complementario e inspirado
por el presente. Sin asumir los hechos que
están en la base del relato mitohistórico es
posible ver la manera cómo la élite incaica
del Tawantim.uyu remoldeó su historia para
construir el mito de sus orígenes. Los datos
para hacer esto serían, por supuesto, principalmente
arqueológicos y derivados de trabajo
de campo en la provincia de Paruro. A
fin de apreciar las transformaciones forjadas
por el mito, sería necesario comprender el
papel del área de Paruro en la formación del
Estado incaico. Mediante un estudio intensivo
será posible arrojar luces sobre cómo la
élite incaica procuró manipular este relato
mitohistórico a través de actos concretos,
tales como peregrinaciones, rituales, entierros
y otras actividades. ¿Quiénes tenían
No. 1, Julio 1989
199