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gary urton la historia de un mito paqareq tambo y el origen de los incas

Arquelogia peruana

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--------------------------Urton: Historia de un mito

por otra, en los registros administrativos

que ( quizás) se hallan más cerca del corazón

de los intereses locales, el autor sugiere

una aproximación revisada al estudio de la

etnohistoria andina. En este enfoque, la

representación histórica es vista como un

proceso de construcción y diálogo negociado

entre actores históricos individualizados

en vez de como un registro paralelo -y del

punto de vista individual, pasivo- de distintas

"voces" étnicas o culturales. Para

Urton, la metodología etnohistórica consiste

en descifrar la lógica social y el juego del

poder que constituían este diálogo construido.

Si resucitar y redefinir "cultura andina"

ha de ser la tarea del etnohistoriador,

entonces, según Urton, esta "cultura" deberá

entenderse no como una sola "voz" o

punto de vista, sino como una compleja

cacofonía de voces cada una hablando desde

un punto de vista muy particularizado.

El individuo -y no "la cultura" per seforma

el sitio de producción para esa "voz

andina" que constituye el objeto de la búsqueda

del etnohistoriador.

El éxito de Urton en emplear este modo

de leer el pasado depende ante todo delconocimiento

cabal y de primera mano de la

topografía y organización social locales.

Por ejemplo, el itinerario de los hermanos

Ayar es considerado en forma íntimamente

relacionada con las configuraciones políticas

de las fronteras de los ayllus o moieties,

en tanto la ubicación de la reducción de

Pacariqtam bo se explica en términos de la

geografía de sitios de origen locales. Estas

reelaboraciones de la materia prima de la

reconstrucción etnohistórica no sólo facilitan

nuestra comprensión de las especificidades

del mito mismo de Pacariqtambo.

Asimismo, hablan de la naturaleza peligrosamente

especulativa de esos estudios etnográficos

tan frecuentemente realizados sin

el necesario trabajo de campo que los respalde.

Una segunda área, relacionada con la

anterior, en que la reelaboración de Urton

del mito de Pacariqtambo contribuye a repensar

el método etnohistórico radica en el

material que revela acerca de los informantes

individuales que proporcionaron la materia

prima tanto para el estudio etnohistórico

como para la política de reasentamiento

de Toledo. Al resaltar el rol intenciona-

do y manipula torio que jugaron los poderosos

de la región de Pacariqtambo, Urton no

solamente cuestiona intentos anteriores de

generalizar mitos registrados como evidencia

de una mentalidad histórica ("una voz")

representativa de la cultura andina en general.

Presenta además espectros aún más inquietantes

del interés individual, la coincidencia

y la manipulación como factores

que intervienen en la construcción de la

verdad histórica.

La habilidad del etnohistoriador para

tratar con el individuo en la historia -y con

el acompañamiento de los "espectros" de la

polftica, el poder, el deseo y la verdad- depende,

sin embargo, de _la crítica cue~tión

de cómo definimos el obJeto del estudio etnohistórico

y el tipo de "verdad" que contiene.

Aquí, a su vez, hay dos respuestas

posibles: podemos aproximarnos a los textos

y declaraciones de nuestros informantes

(ya sea etnográficos o históricos) como a la

historia o como al mito. Pese a que Urton

descarta esta diferencia como esencialmente

carente de interés glosándola como mitohistoria,

yo sugeriría que esta distinción, de

hecho, es central a sus preocupaciones en

cuanto plantea la cuestión de quién construye

la verdad en la historia. Para los historiadores,

por supuesto, es un hecho bastante

aceptado que intereses individuales o

de grupo han moldeado en diferentes épocas

el registro histórico occidental de maneras

políticamente significativas. Así, por

ejemplo, las crónicas toledanas se diferencian

rutinariamente de anteriores relatos

independientes, en tanto se considera que

los archivos de los jesuitas contienen un tipo

de verdad cualitativamente diferente al

de sus contrapartes agustina o dominica.

Según el método historiográfico tradicional,

estas diferentes versiones se evalúan

luego para determinar la que corresponde

mejor a "lo que ocurrió realmente".

Este mismo enfoque de los mitos de

parte de los estudiosos varía radicalmente.

En parte gracias a la herencia estructu ralista,

a la que Urton se afilia, el "mito" se diferencia

de la "historia" precisamente porque

se considera que no contiene este elemento

de interés indiv.idual o, si lo tiene, se

lo considera irrelevante dado que se cree

que un "mito" narrado por un individuo

refleja estructuras que emanan del incons-

No. 1, Julio 1989

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