You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
CAPÍTULO 12
que la bella y refinada cara de la joven, que poseía una cualidad
extremadamente encantadora, sin hablar de su elegancia,
evidencia de que provenía de muy noble cuna, eran factores
que me subyugaron totalmente. Me rendí y acepté, con demasiada
facilidad, tener bajo mi tutela por un tiempo a la
linda adolescente a quien su madre llamaba Millarca.
»La condesa hizo acercar a su hija, y noté que la muchacha
escuchó con mucha seriedad mientras su madre le contó,
en términos generales, cómo había sido llamada súbita
y perentoriamente, explicándole también el arreglo hecho
conmigo para que ella se quedara bajo mi protección. A esto
agregó que yo era uno de sus más viejos y preciados amigos.
»Yo, desde luego, eché un pequeño discurso tal como la
ocasión parecía merecer. Solo más tarde me di cuenta de que
estaba metido en una situación que no me gustaba en lo más
mínimo.
»Regresó el caballero de negro, y con mucha ceremonia,
condujo la señora hacia la puerta. El porte de este señor fue
impresionante, y me dejó convencido de que la condesa era
una mujer de mucha más importancia de lo que su relativamente
modesto título podría sugerir.
»Su última advertencia, dirigida a mí, fue que, antes de su
regreso, por ningún motivo debía tratar de averiguar ningún
dato más acerca de ella, aparte de lo que ya podría haber
adivinado. Me aseguró que el Conde Carlsfield, nuestro distinguido
anfitrión, conocía perfectamente sus motivos.
»“Pero aquí”, dijo, “ni yo ni mi hija podemos permanecer
por más de veinticuatro horas. Hace una hora aproximadamente
yo me quité la máscara. Fue un acto imprudente y
no fue por más de un momento. Pero tuve la impresión de
que usted me había visto. Fue por eso que decidí buscar una
113