You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
CARMILLA
Recuerdo cómo la niñera me reconfortaba, y cómo las
tres examinaron mi pecho, donde les dije que había sentido
el pinchazo, y me aseguraron que no había ningún signo visible
de que algo me hubiera pasado.
El ama de llaves y dos sirvientas encargadas del cuarto
de niños permanecieron al pie de mi cama toda la noche, y a
partir de entonces una de las sirvientas siempre me acompañaba
en las noches hasta cuando cumplí catorce años.
Después del incidente estuve nerviosa durante mucho
tiempo. Llamaron a un médico, un señor mayor, muy pálido.
Aún recuerdo su largo rostro saturnino levemente picado
de viruela, y su peluca castaña. Durante un buen tiempo me
visitó con intervalos de dos días, y me daba medicinas que
por supuesto odiaba.
La mañana siguiente a la aparición yo estaba en un
estado de terror y no soportaba estar sola ni por un momento,
a pesar de que ya había amanecido. Recuerdo que
mi padre vino y se quedó al pie de mi cama, conversando
amablemente, preguntándole cosas a la niñera y riéndose
con gusto de alguna respuesta suya. Me dio un beso y una
palmadita en el hombro, y me dijo que no tuviera miedo,
que sólo había sido un sueño y que no me iba a pasar
nada.
Pero no me sentí consolada, porque sabía que la visita de
la extraña joven no había sido un sueño. Yo estaba terriblemente
asustada.
La niñera intentó consolarme un poco al asegurarme que
fue ella quien había entrado a mirarme y quien se había acostado
junto a mí en la cama, que yo debía de estar medio dormida
para no haberla reconocido. Pero esto, a pesar de ser
testimonio de la niñera, no me satisfizo del todo.
24