Revista Cena Internacional

“LA POLÍTICA EXTERIOR ARGENTINA DURANTE EL GOBIERNO DE FERNANDO DE LA RÚA:
¿MÁS DE LO MISMO?”.
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○ Sandra Colombo • Fernando Piñero
política llevada a cabo por el gobierno del Dr. Menem. Se defendió a ultranza la
Convertibilidad, y se hizo insistencia en la necesidad de corregir los efectos sociales
de la política económica del menemismo, adoptar la ética política y construir un Estado
eficiente y transparente. Tampoco se diseñaron cambios de rumbo en política exterior,
distinguiéndose dos prioridades básicas: el estado debía fomentar con urgencia una
contundente política de expansión de los mercados receptores de las exportaciones
argentinas, y paralelamente se establecía el compromiso de consolidar y ampliar el
Mercosur, resaltando la necesidad de perfeccionar la institucionalización y la
coordinación de políticas macroeconómicas.
Después de dos años de mandato, es evidente que la Alianza no pudo transformar
el compromiso electoral creado para derrotar al menemismo en una sociedad de
gobierno capaz de asumir las responsabilidades y los desafíos de la gestión
administrativa: a la crisis económica heredada de la gestión anterior, se le superpuso
una crisis política generada al interior de la coalición.
La administración atrapada en una interna encarnizada y con problemas de
liderazgo intentó encontrar soluciones para una recesión económica ininterrumpida
de casi dos años y un déficit fiscal descomunal. Tal como ocurriera durante el
menemismo, el incremento de las necesidades financieras, determinó que se volvieran
obligatorias las demandas y exigencias de aquellos actores de los cuales depende la
salud de las cuentas públicas y la economía en su conjunto: los organismos
multilaterales de crédito, los bancos y los países acreedores en el marco de las
negociaciones de la deuda externa. Nuevamente, los préstamos fueron la correa de
transmisión de políticas de desregulación, flexibilización, privatizaciones, rígida
disciplina fiscal y apertura comercial.
La urgencia de maximizar los ingresos fiscales y asegurar futuras inversiones,
obligó al gobierno a otorgar una atención prioritaria a los requerimientos
macroeconómicos de corto plazo en relación con los de largo, relegando la
implementación de políticas activas prometidas durante la campaña electoral y
soslayando la necesaria discusión sobre estrategias de desarrollo. Fue una gestión
económica signada por el cortoplacismo, lo que le restó muchas veces coherencia y
eficiencia a las medidas, y caracterizada por una sucesión de ajustes. Sin embargo, el
círculo virtuoso ajuste fiscal- menor riesgo país- baja de tasas de interés- inversionescrecimiento,
se demostró nuevamente ineficaz. La aspiración de crecer no se concretó
y, por el contrario, el resultado fue más estancamiento, una caída del PBI por habitante
y más de tres años de recesión.