Espaces imaginaires - Adehl
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Pues sí, señor, que mis personajes ¡tenía que ser Dulce-Persona! Me están<br />
citando, me hacen célebre. Y bien doloroso que me cae, ver cómo ansía vivir<br />
y nada hay en mi poder de una vida que darle.<br />
El estilo barroco, la complejidad de la construcción de las frases,<br />
el tono del discurso y la similitud del léxico y la sintaxis en todos<br />
los enunciados muestran la unicidad de la voz en Museo y cómo<br />
el uso del modo dramático tradicional ha sido desplazado de su<br />
función de “imitación de la voz”. Ahora bien, lo interesante es que<br />
esta característica del modo dramático no es contradictoria con la<br />
poética de Macedonio. Si su nueva estética propone que la novela no<br />
debe tener un argumento ni personajes que traten de imitar “vidas”,<br />
entonces una de las principales estructuras de la novela tradicional<br />
que habría que evaluar es justamente el papel del discurso mimético<br />
de los personajes; la idea de la “imitación” de la voz.<br />
¿Quién ve, quién narra? El modo y la voz<br />
La unicidad de la voz en el texto de Macedonio está ligada a su<br />
crítica explícita del realismo. Si un personaje no debe ser la imitación<br />
de una vida, entonces es consistente que su voz no reproduzca<br />
un registro mimético. Pero por otra parte, esta unicidad también<br />
se vincula con que el que —desde esta perspectiva— es el eje del<br />
desarrollo del Museo. La hipótesis de lectura que sustenta este punto<br />
es que la novela de Macedonio está organizada en torno a un motivo<br />
central: la producción del texto. Todo este conjunto discontinuo de<br />
reflexiones y ficciones se construye en torno a la instancia productora<br />
de la novela, ya que el punto de vista que adopta la voz narrativa es<br />
programático y reflexivo. La perspectiva adoptada es siempre la de<br />
la producción porque en últimas el proyecto macedoniano busca<br />
la creación de una novela radicalmente nueva, que exponga una<br />
ruptura entre el mundo de la “vida” y el de la novela, y que esté<br />
por fuera del esquema tradicional de representación. El motivo de<br />
la reflexión central del Museo es siempre cómo escribir, cómo crear<br />
y producir esa novela de acuerdo con esta poética antimimética. A<br />
pesar del uso del modo dramático que se da en los capítulos, tanto<br />
la voz como el punto de vista predominante es aquel de la instancia<br />
productora, llámese Autor, yo, narrador, Presidente, Quizagenio o<br />
—con todo lo paradójico que parezca— Lector.