Espaces imaginaires - Adehl
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Regresamos al hotel y ella se acostó y yo fui a su cuarto y cuando me disponía a<br />
intentar ‘lo peor’, ella me corrió de la cama e insistió en leerme una obra de<br />
Rosario Castellanos. Me levanté furioso y me fui a la calle a buscar prostitutas 24 .<br />
El binomio mujer-dinero representa la pareja eternamente<br />
anhelada por el pobre diablo Jorge. En “¿Quién se lleva a Blanca?”,<br />
el protagonista no dispone de un coche ni puede pagar un taxi para<br />
llevar a la mujer a su casa. En “What became of Pampa Hash?”,<br />
abundan las referencias al dinero: el protagonista declara estar en<br />
la inopia total, mientras la protagonista femenina, que literalmente<br />
nada en pesos, sólo deja el uno por ciento de propina y, como es<br />
una exigente compradora, todo le parece muy caro. El protagonista<br />
declara que ella es la única mujer a la que nunca se atrevió a decirle<br />
que le pagara la cena (de lo que se deduce que hubo otras a quienes<br />
sí se lo pidió). En “La mujer que no”, el dinero se viste de erotismo:<br />
Por fin llegamos al coche, y mientras ella subía, comprendí que trece años<br />
antes no sólo había perdido sus piernas, su boca maravillosa y sus nalgas tan<br />
saludables y bien desarrolladas, sino tres o cuatro millones de muy buenos<br />
pesos 25 .<br />
En el mismo cuento, cuando el protagonista tiene que acudir<br />
a la cita que le había comunicado el correograma anónimo, confiesa<br />
haber pedido prestado no solamente un apartamento sino también<br />
dinero 26 .<br />
El hambre de un advenedizo<br />
La figura del pícaro es compleja y pueden reconocerse rasgos<br />
similares con quien está en la necesidad —también contemporánea—<br />
de enfrentar un largo viaje, como el del Buscón a las<br />
Indias, para llegar a nuevas tierras en busca de una redención,<br />
a veces económica, otras moral. Aunque este último no es un<br />
elemento prioritario en el pícaro barroco, parece serlo en el pícaro<br />
Jorge, cuando espera que los demás le reconozcan su solidez moral.<br />
Me di cuenta de que me había convertido en otro de ‘los imposibles’. Me puse<br />
furioso”. “¿Quién se lleva a Blanca?”, LLH, p. 154.<br />
24 “La vela perpetua”, LLH, p. 88.<br />
25 “La mujer que no”, LLH, p. 26.<br />
26 Ibíd., p. 28.