Espaces imaginaires - Adehl
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El personaje del lector en el Museo, lejos de una anticipación de<br />
la teoría de la recepción o de un modelo de lectura participativa, es<br />
un dispositivo que le permite a Macedonio proyectar su texto ante<br />
un interlocutor imaginario. En esta medida, la ficcionalización del<br />
papel de la lectura hace parte del mismo mecanismo por medio<br />
del cual Macedonio proyecta la mayoría de situaciones que tienen<br />
que ver con el hecho literario. En medio de las escenas ficticias<br />
del “detrás de cámaras” de la producción literaria, el Museo expone<br />
diálogos imaginarios entre instancias como el autor, los personajes<br />
y el lector, transformando las funciones que intervienen en el<br />
hecho literario en una escena ficcional. Sin embargo, este ejercicio<br />
no implica un cambio de perspectiva de una función a otra: todas<br />
han sido imaginadas a partir de la idea de la producción y, en ese<br />
sentido, la relación entre los personajes Autor y Lector no implica<br />
realmente la aparición de dos perspectivas diferentes. Se trata más<br />
bien de una manera de explorar los mecanismos de la producción<br />
textual a partir de la ficción sobre el hecho estético que se produce<br />
entre un autor, un texto y un lector.<br />
El carácter monológico del discurso del Museo, aunque<br />
paradójico frente al uso del modo dramático, resulta coherente<br />
con el proyecto macedoniano como ya lo hemos anunciado.<br />
Sin embargo, Macedonio es consciente de la omnipresencia del<br />
discurso productor en su texto, del peso que la autoría representa<br />
y de la dificultad que este aspecto podría producir en sus lectores,<br />
como lo anuncia a través de esta alusión:<br />
Pero como uno nunca sabe cuándo el lector duerme... Y sépase que Dulce-<br />
Persona no es de las que disimulan haberse dormido oyendo un cuento. Es tan<br />
encantadora en sus inocencias que me ha preparado para autor no irritable que<br />
al contrario sabe simpatizar con el lector que se le duerme; y éste por tanto no<br />
piensa corregirse (p. 193).<br />
Ana María Camblong comenta este fragmento en su edición<br />
crítica aludiendo igualmente a la omnipresencia del discurso desde y<br />
sobre la autoría y la producción textual:<br />
El lector dormido prevé las dificultades que tendrá esta experiencia literaria<br />
para seducir al público, para retenerlo al menos en la lectura; pero también<br />
muestra el aspecto monológico de un autor que se esfuerza por estar en