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Espaces imaginaires - Adehl

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pesos que estaban destinados a pagar una botella de Bacardí de<br />

Melisa, y que él usa para comprarse un blazer.<br />

Aunque asuma el papel de ladrón, su moral es impecable: son<br />

demasiadas las injusticias que soporta, razón por la cual robos o<br />

engaños resultan necesarios para su supervivencia.<br />

En “Manos muertas”, regresa el tema del dinero deshonesto en la<br />

compra del terreno donde Jorge construirá su casa. El protagonista<br />

sólo puede permitirse comprar una propiedad a una compañía de<br />

bienes raíces ilegal: entrega un cheque de cuarenta mil pesos y recibe<br />

a cambio un recibo de doce mil; la historia jurídica del terreno<br />

es turbia en la declaración del protagonista: “la señora Dolores<br />

Cimarrón del Llano (es decir, los franciscanos) había vendido (es<br />

decir, permutado) al señor Pedro Gongoira Acebez (es decir, los<br />

jesuitas) el terreno del que ahora yo compraba una fracción” 21 .<br />

En “Conversaciones con Bloomsbury” el dinero también tiene un<br />

papel oscuro: no se entiende si es dinero ganado o simplemente<br />

ostentado por parte del editor inglés coprotagonista del relato,<br />

que afirma tener la misión de conocer intelectuales en México y<br />

ver la manera de ayudarlos económicamente. Puesto que el dinero<br />

tiene el poder de elevar al pícaro en la escala social e intelectual, el<br />

escritor protagonista del relato recompensa el espejismo del dinero<br />

entablando una buena amistad 22 con un personaje sospechoso, el<br />

editor (un presunto agente de la Cia), hacia el cual no muestra<br />

simpatía en ningún otro momento.<br />

En cuestiones de amor, el protagonista de La ley de Herodes tiene<br />

que conformarse con lo que sobra: mujeres casadas con otros, que<br />

aman a otros o piensan en otros; los únicos papeles que puede<br />

asumir son de acompañante, de servidor (en “La vela perpetua”,<br />

Julia le confía un encargo que “sólo un hombre fuerte podría realizar”:<br />

ir a que le tiñan de azul una chamarra de gamuza blanca) o<br />

de amante imposible (“¿Quién se lleva a Blanca?” 23 ). También su<br />

sexualidad es negada, pues acaba solo o en busca de prostitutas:<br />

21 “Manos muertas”, LLH, p. 47.<br />

22 “Conversaciones con Bloomsbury”, LLH, p. 121.<br />

23 “Hace poco, el borracho a quien Blanca no pudo regenerar y que seguía<br />

borracho, me dijo:<br />

—Cuando Blanca y yo éramos amantes, me decía que a ti te había querido<br />

mucho y que nunca le hiciste nada.

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