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Espaces imaginaires - Adehl

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42<br />

El itinerario que siguen hasta el boulevard está en ruinas, y al llegar<br />

al boulevard mismo se percibe una fractura, un corte que marca la<br />

frontera arquetípica entre la ciudad —lo conocido y protectivo— y<br />

el afuera —lo desconocido y presumiblemente enemigo: más allá<br />

de los niveles de la ciudad definidos por los Señores existe sólo el<br />

páramo de un pasado no recuperado (tal vez irrecuperable). No hay<br />

nada allí que pueda satisfacer las necesidades de Paul y Virginia —<br />

abrigo, alimento, luz— como hacía la ciudad-robot.<br />

El boulevard, que de a trechos actúa como una vertiginosa cinta<br />

transportadora, los deposita ante el Abba-dingo: “Una plataforma<br />

cubierta de objetos blancos: barras con protuberancias y bolas<br />

imperfectas del tamaño de mi cabeza” (p. 167). En la descripción<br />

reconocemos, como después conseguirá hacerlo Paul —pero no<br />

Virginia— “partes interiores” de la gente (p. 168), o sea esqueletos.<br />

En ese ambiente desolador, los paneles de una máquina deteriorada<br />

terminan, de todos modos, por emitir —en francés— su predicción:<br />

Virginia amará a Paul toda su vida, y el la amará veintiún minutos<br />

más. Efectivamente, durante el descenso, veintiún minutos después<br />

el temporal despeñará a Virginia por el borde roto del boulevard...<br />

En el pobre resumen que he ofrecido aquí, no quedan trazas de<br />

lo que hace de “Alpha Ralpha Boulevard” un relato deslumbrante.<br />

Por ejemplo, la existencia de personajes como G’mell, la fascinante<br />

muchacha-gata encontrada en los corredores del subsuelo, que en<br />

el boulevard aparece inesperadamente (e interesadamente) para<br />

salvar a Paul del temporal y quizás empujar a Virginia, y como el<br />

ambiguo Maximilien Macht, compañero de los protagonistas en<br />

esa peregrinación que el mismo Macht ha sugerido al encontrarse<br />

(¿casualmente?) con ellos en un café, encaminándose así entusiasta<br />

al descubrimiento del miedo —y de la muerte. Y también el peso<br />

implacable de la nostalgia por una realidad perdida; la aceptación<br />

resignada de apariencias que se reconocen como engaño; las<br />

trampas del amor, de la ternura, el deseo, los celos; la dicotomía<br />

entre las palabras y el mundo al que las palabras remiten; la ironía;<br />

el tejido intertextual 2 ...<br />

2 Por ejemplo los puntos de contacto con la famosa novela de Bernardin de Saint<br />

Pierre (1737-1814) Paul et Virginie (1787), situada en la entonces colonia francesa<br />

Île de France (hoy Mauricio). Dos niños que han crecido juntos, al llegar a la<br />

adolescencia se enamoran. Para alejarlos, la madre de Virginie la envía a estudiar

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