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Espaces imaginaires - Adehl

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protagonista está condenado al fracaso, y sus injustas pretensiones de<br />

redención social aparecen castigadas y prohibidas. Su marginalidad,<br />

dice Molho, es consecuencia natural de su origen infame: “salido de<br />

nada, no es nada, y por su actividad tenaz, obstinada, no persigue<br />

otro objeto que sobrevivir para llegar a ser algo” 12 .<br />

Jorge Ibargüengoitia relata detalladamente, no tanto en La ley de<br />

Herodes, pero sí en otros escritos (aunque en “Mis embargos” refiere<br />

datos precisos de su inestable situación económica, sus deudas y las<br />

hipotecas), la situación económica de su familia y las consecuencias<br />

personales y sociales de la ley agraria que puso en peligro la existencia<br />

del rancho familiar cercano a Guanajuato. También la<br />

“mala suerte congénita” de Jorge se enraíza en la ascendencia de<br />

la familia, en su “linaje” y en su ser paria de la sociedad. Jorge<br />

suele presentarse como pobre diablo perennemente usurpado, no<br />

sólo de sus pertenencias materiales (en “Mis embargos”, aunque<br />

es un “paria con casa propia”, la usurera busca quitársela), sino<br />

del amor y de las palabras; lo expresa de forma extremadamente<br />

clara Jorge, el protagonista del cuento “La vela perpetua” cuando<br />

afirma: “empecé a sentir que me habían despojado de algo que me<br />

pertenecía y escribí una obra que se llama La lucha con el ángel en la<br />

que a uno de los personajes lo despojan de algo que le pertenece” 13 .<br />

El autor utiliza frecuentemente el estigma de “pobre diablo” y<br />

el recurso literario de la penuria y de las dificultades económicas.<br />

En “Mis embargos” cuenta cómo vinieron, después de 1957, años<br />

muy duros:<br />

79<br />

Adquirí malos hábitos: andaba de alpargatas todo el tiempo y así entraba en<br />

los bancos a pedir prestado. Todas las puertas se me cerraban. Encontraba en<br />

la calle a amigos que no había visto en diez años y antes de saludarles, les decía:<br />

Oye, préstame diez pesos 14 .<br />

Asimismo, en “Manos muertas”, cuando el protagonista del<br />

relato va con el arquitecto y unos amigos a ver el terreno que<br />

compró con el fin de construir en él su propia casa, se le aparece<br />

una mujer harapienta que no lo reconoce como dueño (es decir, le<br />

niega el estatus social de propietario, que podría elevarlo socialmente):<br />

12 molho, op. cit., p. 91.<br />

13 “La vela perpetua”, LLH, p. 94.<br />

14 “Mis embargos”, LLH, p. 69.

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