Espaces imaginaires - Adehl
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lo que en realidad es (un ser eternamente vencido) y aquello a lo<br />
que aspira (una redención social inalcanzable) 2 .<br />
Hay una inquietud compartida por el pícaro barroco y el moderno:<br />
el hambre de alcanzar lo que no se es, el deseo de poseer lo que<br />
no se puede, el individualismo que borra a los otros dejándolos sólo<br />
como compañeros virtuales. La profunda e irresoluble soledad del<br />
pícaro surge por situaciones inesperadas y tal vez fútiles 3 , por lo que<br />
se cumple la promesa implícita en el dicho popular mexicano, “la<br />
ley de Herodes, o te chingas o te jodes”, que corrobora el destino<br />
del “pobre diablo”, a quien le es negada la redención social. No<br />
existe otra opción para el pícaro: sale “chingado” o “jodido”. Es<br />
una ley, que en opinión de Ibargüengoitia, tiene que ver con el<br />
linaje, al igual que en el pícaro tradicional.<br />
Desde la perspectiva del ensayista y escritor mexicano Juan<br />
Villoro, Ibargüengoitia renovó, para la literatura mexicana, el género<br />
de esa inmensa tradición literaria. Villoro afirma que el pícaro<br />
surge de los márgenes sociales: es el burlón o el loco que asume la<br />
dimensión de un espejo cóncavo para que la sociedad contemple<br />
sus malformaciones 4 . El pícaro sabe que no logrará nada y que,<br />
pese a sus engaños, fracasará; por esta razón, según José Antonio<br />
Maravall, no habría que abusar del término desengaño, sino de<br />
frustración: la novela picaresca responde al bloqueo “vigorizado” de<br />
las vías de acceso o de satisfacción de las aspiraciones y siempre<br />
se llega a la conclusión de que el empleo de medios ilícitos acaba<br />
mal para el que se sirve de ellos, lo que representa una advertencia<br />
para la sociedad 5 . En tal sentido, la biografía sirve al lector como<br />
ejemplo de conductas (no como ejemplares heroicos) para estimar a<br />
los protagonistas o para rechazarlos, para seguirlos como ejemplos<br />
o para abandonarlos. Tampoco habría que olvidar la voracidad<br />
2 Ibíd., p. XI.<br />
3 “Mi frustración llegó a tal grado que una vez que se metió un mosco en mi cuarto,<br />
tomé la bomba de flit y la manija se zafó y me quedé con ella en la mano. “Es<br />
que el destino está contra mí”, pensé, en el colmo de la desesperación”. Jorge<br />
iBargüengoiTia, “Mis embargos”, en La ley de Herodes, México, Joaquín Mortiz,<br />
1987, p. 69. (En adelante LLH).<br />
4 Juan villoro, “La figura del pícaro”, suplemento El Ángel en Reforma, México,<br />
30 de noviembre de 2003, p. 3.<br />
5 José Antonio maravall, La literatura picaresca desde la historia social (siglos xvi y xvii),<br />
Madrid, Taurus, 1987, p. 383.