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116 NOVELAS EXEMPLARES
Este cauallero pues, que por aora, por buenos
respectos (1) encubriendo su nombre, le llamaremos
con el de Rodolfo, con otros quatro
amigos suyos, todos mogos, todos alegres y to-
5 dos insolentes, baxaua por la misma cuesta que
el hidalgo subia. Encontráronse los dos esqua-
drones, el de las ouejas con el de los lobos; y,
con deshonesta desemboltura, Rodolfo y sus camaradas,
cubiertos los rostros, miraron los de
10 la madre y de la hija y de la criada.
Alborotóse el viejo, y reprochóles y afeóles
su atreuimiento; ellos le respondieron con muecas
y burla, y, sin desmandarse a mas, passaron
adelante.
15 Pero la mucha hermosura del rostro que auia
visto Rodolfo, que era el de Leocadia, que assi
quieren que se llamasse la hija del hidalgo, comengo
de tal manera a imprimírsele en la memoria,
que le lleuó tras si la voluntad y des-
20 perto en el vn desseo de gozarla, a pesar de
todos los inconuenientes que sucederle pudiessen;
y en vn instante comunicó su pensamien-
to con sus camaradas, y en otro instante se resoluieron
de boluer y robarla, por dar gusto a
25 Rodolfo; que siempre los ricos que dan en libe-
rales hallan quien canonize sus desafueros y
califique por buenos sus malos gustos. Y assi,
el nacer el mal proposito, el comunicarle, y el
aprouarle y el determinarse de robar a Leoca-
30 dia, y el robarla, casi todo fue en vn punto.
Pusiéronse los pañiguelos en los rostros, y
(1)
M.: «respetos».
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