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EL ZELOSO ESTREMEÑO 157
chas, y a sobres2iltar las imaginaciones; y esto con tanta
eficacia y vehemencÍEi, que de todo en todo propuso de
no casarse.
Y estando en esto resuelto, y no lo estando en lo que
había de hacer de su vida, quiso su suerte que, pasan- 5
do un día por una calle, alzó los ojos y viese a la ven-
tana una doncella al parecer de hasta trece años, tan
en estremo hermosa y de rostro tan agradable, que, sin
ser poderoso para defenderse, el buen viejo Carriza-
les rindió la flaqueza de sus muchos años a los pocos 10
de Isabela, que así era el nombre de la hermosa doncella;
y luego, sin más detenerse, comenzó a hacer una
gran carrera de discursos, y, hablando consigo mesmo,
se decía:
"Esta muchacha es hermosa, y, a lo que veo en la 15
presencia de esta casa, no debe de ser rica; ella es niña:
sus pocos años pueden asegurar mis sospechas; casaréme
con ella, encerrarla he, y haréla a mis mañas, y
no tendrá otra condición mas de la que yo le enseñare;
y no soy tan viejo que aun pueda perder la esperanza 20
de tener hijos que me hereden. De que tenga dote o no,
no hay para qué hacer caso, porque el Cielo me dio
para todo, y los ricos no han de buscar en los matrimo-
nios hacienda, sino gusto; y el gusto alarga la vida, y
el disgusto en los casados la acorta. Alto, pues: echada 25
está la suerte, y ésta es la que el Cielo quiere que yo
tenga..