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EL ZELOSO ESTREMEÑO 227
"Este si que es juramento para enternecer las pie-
dras; mal haya yo si más quiero que jure.„
Y, asiéndolo de la falda de la ropilla, lo metió allá
dentro, donde y quando todas las demás se le pusieron
en torno y lo rodearon, y, subiendo una delante, fué a 5
dar las nuevas a su señora, la qual estaba con el un-
güento dentro del aposento de su marido, p»r ver si el
viejo dispertaba; un ojo tenía en el aposento y otro en
el patio, para ver lo que pasaba, y quando la mensa-
gera le dixo que ya subía el músico, se alegró en gran- 10
de manera y le preguntó si había jurado; respondióle
que sí, y con la más nueva forma y solemnidad de
juramento que en su vida había oído.
"Eso si„, dixo Isabela; "asido le tenemos; bien avisa-
da anduve yo en hacerle que jurase., 15
En esto llegó toda la caterva junta, y el galán en me-
dio, el qual, como vido a Isabela, le hizo muestras de
arrojarse a los pies para besalle las manos; la qual, ca-
llando y por señas, lo hizo levantar. Todas estaban
como mudas, hasta que Loaisa les dixo que bien podían 20
hablar algo más recio, porque sin dubda el ungüento
con que estaba untado su señor era de maravillosa vir-
tud para hacer dormir.
"Así lo creo yo„, dixo Isabela; "porque si así no fuera,
ya hubiera dispertado veinte veces; porque tiene el 25
sueño ligero, y con sus munchas y graves indisposicio-
nes duerme poco y sobresaltado; mas después que le
unté, ronca de la manera que oís.„